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No.4 Vol.2 | LA INTERVENCIÓN DE LOS PSICÓLOGOS DURANTE LAS DICTADURAS MILITARES EN AMÉRICA LATINA:

LA INTERVENCIÓN DE LOS PSICÓLOGOS DURANTE LAS DICTADURAS MILITARES EN AMÉRICA LATINA: COMPLICIDAD Y OPOSICIÓN.

THE INTEREVENTION OF PSYCHOLOGIST DURING MILITARY DICTATORSHIPS IN LATIN AMERICA: COMPLICITY AND OPPOSITION.

Gerardo Baltazar-Mozqueda

Universidad Autónoma de Querétaro, México.


Resumen

En el presente artículo se analiza críticamente la práctica de diversos psicólogos y psicoanalistas que vivieron las más recientes dictaduras militares en las décadas de 1960 y 1970 en los países de Uruguay, Chile y Brasil. En un contexto de múltiples vejaciones los profesionales del campo Psi actuaron de modos diversos, si bien hubo una cantidad importante de psicólogos que apoyaron a las víctimas de las dictaduras, también hubo psicólogos que colaboraron con los regímenes militares poniendo su conocimiento al servicio de las tareas represivas. La participación de los psicólogos cómplices de las dictaduras militares es un episodio poco conocido entre los gremios del campo psi contemporáneos, por lo cual en el presente artículo se analiza esta experiencia, siguiendo con los planteamientos de la Psicología Crítica, para finalmente extraer algunas lecciones para el ejercicio profesional de la disciplina en el contexto actual.

Palabras Clave: Hernán Tuane Escaff, Guerra Psicológica, Dictadura militar, Psicología Crítica, Elizabeth Lira Kornfeld.


Abstract

This article critically analyzes the practice of various psychologists and psychoanalysts who lived through the most recent military dictatorships in the 1960s and 1970s in the countries of Uruguay, Chile and Brazil. In this violent context the professionals of the Psi field acted in different ways. There were a significant number of psychologists who supported the victims of the dictatorships, there were also psychologists who collaborated with the military regimes putting their knowledge at the service of the tasks repressive The participation of the psychologists complicit in the military dictatorships is a little known episode among contemporary psi field guilds, so this article analyzes this experience, following the approaches of Critical Psychology, to finally extract some lessons for the professional practice of the discipline in the current context.


Key words: Hernán Tuane Escaff, Psichologycal Warfare, Military dictatorship, Critical Psychology, Elizabeth Lira Kornfeld.


Resumo

Este artigo analisa criticamente a prática de vários psicólogos e psicanalistas que experimentaram as ditaduras militares mais recentes nas décadas de 1960 e 1970 nos países do Uruguai, Chile e Brasil. Nesse contexto violento, os profissionais do campo Psi agiram de maneiras diferentes, embora houvesse um número significativo de psicólogos que apoiavam as vítimas das ditaduras, também havia psicólogos que colaboraram com os regimes militares, colocando seus conhecimentos a serviço das tarefas. repressivo A participação dos psicólogos cúmplices nas ditaduras militares é um episódio pouco conhecido entre as guildas de campo psi contemporâneas, portanto, este artigo analisa essa experiência, seguindo as abordagens da Psicologia Crítica, para finalmente extrair algumas lições para a prática profissional da disciplina no contexto atual.


Palavras-chave: Hernán Tuane Escaff, Guerra psicológica, ditadura militar, psicologia crítica, Elizabeth Lira Kornfeld.


Introducción

Durante las décadas de 1960 y 1970 en diversos países del sur del continente americano se instalaron dictaduras militares como forma de gobierno. En su generalidad las juntas militares que encabezaron los nuevos regímenes proclamaron que reestablecerían la paz y el bienestar de la población en un periodo convulso políticamente, sin embargo, tuvieron como prioridad eliminar a opositores políticos y a las organizaciones de izquierda para imponer un proyecto económico y social distinto al impulsado por estos referentes políticos.


Para lograr sus objetivos, los gobiernos militares asesinaron, desaparecieron, torturaron y encarcelaron no sólo a los militantes políticos, sino también a vastos sectores de la población, infundiendo miedo y terror en la sociedad en general. Las cifras varían de un informe a otro, algunos estiman que durante este periodo hubo miles de personas que sufrieron las diversas vejaciones en Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina y Bolivia.

En este marco de violaciones a los Derechos Humanos los psicólogos emplearon su conocimiento disciplinar de modos variados, en países como Chile, Brasil y Uruguay hubo psicólogos que colaboraron con los gobiernos militares asistiendo técnica y científicamente a los militares en sus tareas represivas, por otra parte, también hubo psicólogos que se opusieron a las dictaduras con diversas acciones. En este artículo analizaremos con mayor detenimiento los casos de aquellos psicólogos que colaboraron con las dictaduras, al analizar críticamente estas experiencias consideramos que se pueden obtener valiosas lecciones para la práctica de los psicólogos latinoamericanos.


El tema ha sido analizado con anterioridad en diversos trabajos de investigación, en ese sentido destacan las investigaciones pioneras de Horacio Riquelme, las reflexiones de Elizabeth Lira Kornfeld y más recientemente David Pavón Cuellar.[1] En el presente artículo se plantea una mirada panorámica a la participación de los profesionales del campo Psi, incluyendo además aquellos que adoptaron una postura de apoyo a las víctimas y de oposición a la dictadura. Y se incluyen las que se consideran lecciones para la práctica de los psicólogos.


A lo largo del artículo se recurre a reflexiones de la Psicología Crítica de Ian Parker y David Pavón Cuéllar, así como a la Psicología de la Liberación planteada por Ignacio Martín-Baró. En términos muy sucintos las ideas aquí expuestas siguen los planteamientos de Ian Parker (2009) según los cuales el psicólogo debe “volver la mirada sobre la disciplina. Los psicólogos normalmente estudian a las personas fuera del ámbito de la psicología que tratan como los no-psicólogos. Ahora estudiamos a los psicólogos” (p. 150). De este modo, tomando la práctica de los propios psicólogos como objeto de análisis es que se puede analizar críticamente su labor durante los regímenes militares mencionados.


Diversas ideas del psicólogo salvadoreño Ignacio Martín-Baró también han orientado el enfoque de este trabajo. En un contexto violento, como el que penosamente vivimos en algunos países latinoamericanos, cobra vigencia el pensamiento del psicólogo español (1990) “El problema de violencia generalizada que actualmente vivimos (…) no es primero ni fundamentalmente un problema psicológico, sino un problema económico, político y social. Sin embargo y por ello mismo, es también un problema psicológico” (p. 143-144).


En efecto, el contexto en el que como psicólogos ejercemos nuestra práctica profesional es un elemento fundamental para desempeñarnos adecuadamente. Dicho en palabras del propio Martín-Baró (1984) “No se puede separar la salud mental del orden social, y ello por la propia naturaleza del objeto de nuestro quehacer profesional”.


En el caso que se aborda en este artículo la necesidad de análisis crítico por parte de los psicólogos es doble, pues se trata de un contexto violento en el que actuaron los propios profesionales del campo Psi. Como antes se señaló, el tema ha sido analizado con anterioridad. A pesar de ello, la temática permanece ignorada por la mayoría de los gremios de psicólogos. Es por esto que el análisis que aquí se propone busca añadir a lo antes abordado por otras investigaciones una reflexión final con vigencia para la práctica los psicólogos latinoamericanos.


Los códigos éticos, a través de los cuales se intenta regular la práctica profesional del gremio de psicólogos, sugieren orientar nuestra actividad a la búsqueda del bienestar de los usuarios, respetando los Derechos Humanos y la dignidad de las personas. Para el caso mexicano el Código ético del psicólogo, (2009) señala en sus principios que

El psicólogo asume la responsabilidad de actuar, (…), bajo un criterio rector que es garantizar en todo momento el bienestar de todos aquellos individuos que requieran de sus servicios, (…), se adhiere a los principios de: A. Respeto a los Derechos y a la Dignidad de las personas. B. Cuidado responsable. C. Integridad en las relaciones. D. Responsabilidad hacia la Sociedad y la Humanidad (p. 35).


Sin embargo, para lograr esto parece necesario que los propios psicólogos analicemos críticamente experiencias del pasado en las que la ética profesional fue vulnerada.


Psicólogos y dictaduras

Las dictaduras militares que se instalaron en países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay durante las décadas de 1960 y 1970 no fueron homogéneas, sin embargo, todas se orientaron bajo las coordenadas político-ideológicas de la Guerra Fría. Siguiendo la Doctrina de Seguridad Nacional, con un marcado anticomunismo y una retórica biologicista, los gobiernos militares plantearon que “ideologías foráneas” como el marxismo y agentes soviéticos se habían infiltrado y se desenvolvían como un virus en los países latinoamericanos, para impulsar un proceso subversivo que desataría caos, miseria y violencia en la sociedad. Como plantea Elizabeth Lira Kornfeld (1991) “Las dictaduras surgen y son apoyadas en cuanto se presentan como garantes de la sobrevivencia de la sociedad. Encarnan el deseo del orden frente a la amenaza del caos. Sin embargo, para lograrlo generan nuevos miedos” (p.42).


Una vez en el gobierno los militares desataron una campaña de persecución y exterminio ante cualquier forma de oposición a la que acusaron de seguir lineamientos extranjeros y atentar contra el bienestar de la nación. Al perseguir a los opositores también arremetieron contra lo sociedad civil, aun sin ser militantes o simpatizantes de izquierda. Las acciones más empleadas por los militares fueron las torturas, la prisión política, las desapariciones y los asesinatos. Además, de estas acciones violentas los gobiernos militares cuidaron el espectro de los medios de comunicación, silenciando las voces críticas y desarrollando importantes campañas mediáticas que favorecieran su imagen y atemorizaran a la población que, eventualmente, podría movilizarse en su contra.


A la fecha se tiene conocimiento de los casos de dos psicólogos y un psicoanalista que colaboraron con los mencionados regímenes militares. Se trata de Dolcey Britos en Uruguay, Hernán Tuane Escaff en Chile y Amilcar Lobo Moreria en Brasil.[2] El aporte de estos personajes a las dictaduras fue bastante peculiar, gracias a su formación profesional y su conocimiento del psiquismo, se consideró que podrían aportar elementos para hacer más eficiente la maquinaria represiva de las dictaduras. Así, algunas de sus tareas fueron la asistencia técnica durante las sesiones de interrogatorios (tortura) y el desarrollo de campañas mediáticas que favorecieran la imagen de los gobiernos militares y provocaran miedo y ansiedad en la población para impedir que se movilizara contra el gobierno.


Uruguay: Dolcey Brito, el psicólogo de la muerte.

Durante los doce años que duró la dictadura militar en Uruguay, de 1973 a 1985, se cometieron diversas vejaciones. De acuerdo con el documento Uruguay, Nunca Más. Informe sobre la violación a los Derechos Humanos (1989), la prisión política fue una de las modalidades preferidas de los militares para combatir la oposición política (p. 112). Uno de los centros de reclusión con mayor población de presos políticos fue el Centro de Reclusión Militar Número uno, conocido como el Penal Libertad.


El propio director del penal Libertad señaló que la prisión política durante la dictadura tuvo la finalidad de mermar psicológicamente a los presos, en 1976 el mayor Arquímedes Maciel dijo que (citado por Carlos Fazio, 1982) “debemos aprovechar el tiempo que nos queda para volverlos locos” pues los presos tarde o temprano saldrían del penal, de ahí la urgencia por enloqueceros. Diversos testimonios apuntan a señalar que el psicólogo Marcelino Dolcey Brito fue el encargado de planear y orquestar las vejaciones al interior del penal Libertad (SERPAJ, 1989, p. 323).


Según la información recopilada en Uruguay: Nunca más se registraron 26 formas de tortura en el penal, dentro de las cuales se encuentran: la picana, caballete, violación, inyección de drogas, entre otras (p. 151). Esta diversidad y sofisticación en las técnicas de tortura ocasionó que algunos presos se refirieran a la tortura como “la máquina trituradora”. Precisamente ( SERPAJ, 1989) “La heterogeneidad de tipos es otra prueba más de que la tortura era empleada por los militares y policías uruguayos, no como un castigo brutalmente aplicado al azar, sino de acuerdo a normas planificadas y metódicamente ejecutadas” (p. 152), normas en las que probablemente Dolcey contribuyó.


Pudiera parecer que la labor del psicólogo uruguayo fue menor, sin embargo, es importante recordar que en la dictadura militar uruguaya la prisión política fue la modalidad preferida por las fuerzas armadas para combatir la oposición política considerando esto no parece menor el rol que jugó Dolcey Brito en la dictadura. Coincide con esto Miguel Ángel Estrella, que estuvo preso en el penal Libertad y conoció de cerca la labor de Brito (citado por SERPAJ).


Brasil: Amilcar Lobo Moreira, el psicoanalista torturador

Amilcar Lobo Moreira fue un médico y psicoanalista brasileño que colaboró con la Dictadura militar de su país asistiendo a sesiones de tortura a los militantes políticos presos. Como el caso de Dolcey Brito, la participación del psicoanalista en las sesiones se dio con la finalidad de hacer más eficiente la tortura y “enloquecer” al torturado.


Algunos testimonios señalan que, durante las sesiones de tortura Lobo Moreira era el encargado de aplicar pentotal, también llamado suero de la verdad. Con los instrumentos empleados por Amilcar Lobo en la tortura, los prisioneros se llevaban al bode de la locura. Una prisionera declaró que las acciones del psicoanalista durante su reclusión la hicieron perder (Magãlhaes, 2009) “la noción de tiempo, de calor, de frío” (párr. 215).


La colaboración del psicoanalista brasileño con la dictadura militar fue dada a conocer ante los organismos de psicoanálisis más conocidos en aquel tiempo. Un par de psicoanalistas denunciaron a Amilcar Lobo ante la Sociedad Brasileña de Psicoanálisis y la Sociedad Psicoanalítica de Rio de Janeiro, sin embargo, los organismos hicieron caso omiso de las denuncias. Tiempo más tarde el caso llegó a la IPA (Asociación Psicoanalítica Internacional) en donde nuevamente las denuncias no tuvieron efectos, hasta que en 1986 gracias a las denuncias y la insistencia de las psicoanalistas Helena Besserman Vianna y Marie Langer el registro de Amilcar Lobo ante las sociedades de psicoanálisis fue cancelado.[3]


El objetivo perseguido por el aparato represivo de las dictaduras al incluir a Dolcey Brito y Amilcar Lobo en la tortura de prisioneros políticos es lógico. Al conocer el funcionamiento del psiquismo humano, por su formación profesional, ellos podrían hacer más eficientes las sesiones de tortura, la eficiencia entendida como la capacidad de infligir mayor dolor. En las dictaduras militares, las sesiones de tortura eran presentadas como “interrogatorios”, con el pretexto de obtener información para desintegrar las células de las organizaciones que se movilizaron contra los regímenes militares, así, las sesiones de interrogatorios eran más bien ejercicios que buscaban destruir el psiquismo del torturado y, finalmente, facilitar la imposición de un modelo económico y político distinto al defendido por los torturados (Pavón Cuellar, 2017, p. 22).


La tortura -disfrazada de interrogatorio- tiene por finalidad (Bustos, 1990, 211-220) “destruir y quebrantar al sujeto, para por medio de la ejemplificación, aterrar a la población y a los opositores del régimen o sistema que la aplica”. Parece lógico que, siendo uno de los objetivos fundamentales de la tortura provocar la destrucción psicológica del torturado, se empleara a psicólogos para lograr este fin. Considerando esto coincido con Horacio Riquelme (2004) cuando plantea que la participación de algunos psicólogos y profesionales de la salud en general dentro del aparato represivo de las dictaduras “no sólo aumentó la virtual ‘capacidad técnica’ de ellos, sino que además le confirió a la represión en sí un aura de legitimación especial” (párr. 9).


Chile: Hernán Tuane Escaff, el polifacético psicólogo, policía y propagandista

El psicólogo, Hernán Tuane Escaff realizó diversas aportaciones a la Junta de Gobierno que encabezó la dictadura militar chilena. La variedad de tareas que cumplió nos revela la utilidad que puede tener el conocimiento del campo Psi para los regímenes autoritarios.


Tuane Escaff fue un psicólogo de profesión, graduado de la Universidad de Chile con la tesis “Respuestas populares Diagnóstico de Rorschach” en 1954. Se desempeñó como profesor en la Universidad de Chile y en la Universidad Católica de Chile durante las décadas de 1950 y 1960, en dichas instituciones impartió cursos de “Psicología general”, “Técnicas psicológicas de tratamiento” entre otros. Mientras era profesor universitario además presidió el “Departamento criminológico” del Departamento de Policía en Santiago, en donde según sus propias palabras estaba encargado de “estudiar científicamente las características de la criminalidad en Chile” (Escaff, 1969, p. 8). También era conocido por dominar técnicas de hipnosis que incluso le valieron para presidir una sociedad de profesionales de la hipnosis.


Ya desde el año 1969 su práctica profesional era objeto de críticas y cuestionamientos por el uso que hacía de su conocimiento disciplinar. Se le acusaba de ser el primer psicólogo chileno en usar los métodos de la Gestapo para torturar a los prisioneros en los campos de concentración. También se denunció que, en una ocasión habría anticipado (Carmona, 1969) “la confesión de un criminal, que luego resultó ser inocente” (p. 2). Había además quienes consideraban contradictorio que al mismo tiempo trabajara en el departamento de policía y en la recién reformada Universidad de Chile. Augusto Carmona señaló en la revista “Punto Final”, ya desde 1969, que la incorporación del psicólogo al Departamento de policía respondía a un nuevo plan de contención del movimiento popular que desarrollaban las autoridades chilenas asesoradas por agencias norteamericanas de seguridad (Revista Punto Final, 1969, p 2-4).


Una vez consumado el golpe militar el psicólogo colaboró con el régimen cumpliendo distintas funciones. Fue director del Dpto. de Relaciones Humanas, Psicólogo de investigaciones, asesor psicosocial del Ministro de Interior y asesor de redacción en los principios de la Junta de Gobierno. Sus actividades abarcaron diseñar las campañas de guerra psicológica durante la dictadura, asistir a sesiones de tortura de presos políticos y se involucró en investigaciones de homicidios. A continuación, veremos con más detenimientos cada uno de los ámbitos en los que el psicólogo chileno colaboró con el régimen militar.


Interpretación psicológica de un dibujo para encubrir la violencia durante la dictadura

Una de las facetas menos conocidas de Hernán Tuane Escaff como colaborador de la dictadura militar es su participación en el “esclarecimiento” del homicidio de un niño de nombre Rodrigo Anfruns Papi ocurrido en junio de 1979. El llamado “caso Anfruns” ha causado mucha polémica, ha sido cerrado y reabierto en varias ocasiones y ha tenido una importante cobertura mediática.


El día 3 de Junio de 1979 en el distrito Providencia, Santiago, se reportó la desaparición de un niño de 6 años, la última vez que se le vio Rodrigo jugaba en el jardín de la casa de sus abuelos. El día 14 de Junio se encontraron sus restos gracias al testimonio de un adolescente de nombre Patricio Pincheira. La versión oficial dio como culpable del asesinato a Patricio Pincheira, sin embargo, la familia de Rodrigo no quedó conforme con el dictamen por ciertas contradicciones de la versión oficial.


La participación de Hernán Tuane en el caso es uno de los elementos que generan desconfianza en la versión oficial. El psicólogo tuvo la responsabilidad de interrogar a Patricio Pincheira, un joven de escasos recursos que fue detenido mientras jugaba en la calle y se le inculpó de cometer el asesinato. Para determinar la culpabilidad de Patricio el análisis psicológico que realizó Tuane fue muy importante, ya que interpretó un dibujo realizado por el único acusado como si fueran la representación de la escena del crimen (Tuane, 1982, p 166). Lo que pareciera un argumento endeble fue usado para sentenciar como culpable al joven Patricio. A esta inconsistencia se le sumaron muchas otras en las que probablemente no participó Tuane. Posteriormente la investigación de Soledad Pino (2003) confirmó las múltiples inconsistencias del caso. Todo indica que este crimen tuvo como móvil una disputa al interior de la CNI. El papá de Rodrigo Afruns era un militar retirado y durante su tiempo como recluta tuvo diferencias con diversos mandos, no obstante con la investigación al mando de Tuane Escaff esta línea de investigación no se exploró a profundidad.


La intervención de Tuane en el caso Anfruns es una muestra del modo en el que el psicólogo usó sus conocimientos y técnicas de psicología en favor de la dictadura, es claro que interpretó del modo que más convenía a la dictadura el dibujo realizado por Patricio para inculparlo por el crimen cometido por agentes del Estado, pero además de esto Tuane usó su investidura profesional y científica para, hasta cierto punto, legitimar la versión oficial.


Es más que evidente lo polémico que resulta esto, los gremios de psicólogos advierten sobre lo peligroso de realizar este tipo de interpretaciones en estos casos mediante los códigos éticos de psicología. Muy probablemente ni siquiera Tuane creía en su interpretación del dibujo, sin embargo, aceptar un asesinato tan vil y cruel era algo que la dictadura no podía permitirse.


Por si la actuación de Tuane no levantara suficientes sospechas, su obscuro pasado como policía denunciado desde antes de la dictadura por estudiantes y profesores de la Universidad de Chile ha llevado a la familia de Rodrigo a preguntarse si el testimonio de Patricio no fue obtenido mediante alguna técnica de hipnosis (Pino, 2003).


Psicólogo torturador

A Hernán Tuane Escaff también se le acusa de haber presenciado y participado en “interrogatorios” a prisioneros durante la dictadura, según algunos testimonios el psicólogo tenía la función específica de administrar dosis del “suero de la verdad” a los interrogados.


Antes ya hemos aclarado que un objetivo de los interrogatorios en las dictaduras, más allá de acceder a información, es destruir psicológicamente al “interrogado” que, de hecho, resulta torturado. Por lo cual la participación de Tuane en los “interrogatorios” debe entenderse como una colaboración en tareas de tortura, esto es más notorio si consideramos que la aplicación de distintos fármacos, como el llamado “suero de la verdad” en las sesiones de interrogatorios tienen el doble objetivo de, por un lado, facilitar que el interrogado diga la verdad y, por otro, infligir malestares físicos (Watson, 1982, p. 182).


El psicólogo propagandista de la dictadura, arquitecto de la Guerra Psicológica

Como se había anticipado durante las dictaduras militares los medios de comunicación realizaron campañas para fomentar el miedo y la angustia en la población, evitando así que la gente se movilizara contra el régimen. En el caso del proceso político en Chile, los medios de comunicación desde antes del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular habían comenzado una campaña que buscaba desatar pánico y terror en la población.

En general los medios de comunicación de la época controlados por la derecha pretendían mostrar a la población una imagen de caos (económico y social), miseria y antidemocracia generados por la UP para que la población se manifestara en contra del gobierno y Salvador Allende dejara la presidencia. Elizabeth Lira (Kornfeld, 2006) refiriéndose a la Guerra Psicológica de este periodo específico nos dice que estaba

sustentada en la exacerbación de ansiedades y temores, a través de amenazas de orden psicológico. Su propósito es influir o determinar la conducta política de vastos sectores, sin tener que recurrir a la violencia material sino persuadiendo, mediante amenazas explícitas o implícitas (p. 86).


Una vez en el poder los militares formaron una dependencia con una orientación más “científica” en la cual participaron varios psicólogos: el Departamento de Relaciones Sociales y Conducta Social, entre los psicólogos que trabajaron ahí se encuentra Hernán Tuane Escaff. Este departamento, a diferencia de la DINA o la CNI, no ha recibido mucha publicidad a pesar de que en sus oficinas se planearon buena parte de las acciones realizadas por las otras dependencias. La creación de estas dependencias parece evidenciar lo que expresa Lira Kornfeld (1991)


Al nuevo gobierno le era indispensable el control de toda la población. Necesitaba aparecer como el resultado colectivo de una lucha conjunta y mayoritaria de todos los sectores nacionales no marxistas, capitalizando la campaña llevada a cabo para poner fin a la Unidad Popular. Con ese fin se llevaron a cabo operaciones psicológicas específicas destinadas a concitar la adhesión de la población (p. 120)


El Departamento de Relaciones Humanas y Conducta Social fue presidido por Hernán Tuane Escaff. Este departamento tuvo la responsabilidad de realizar campañas en los medios de comunicación que generaran en la población chilena adhesión al régimen militar así como desacreditar a los grupos opositores a la dictadura. Por órdenes precisas de su director el Departamento tenía un funcionamiento bastante discreto, todos los documentos generados ahí debían ser cuidadosamente archivados y, mientras el director hablaba por teléfono su oficina debía ser totalmente desocupada por los visitantes.


Un primer elemento que llama la atención al analizar los documentos de la dependencia, es el uso que hizo Hernán Tuane de sus conocimientos como psicólogo poniéndolos al servicio de la dictadura.


En el documento del 19 de Noviembre de 1973 titulado Preparación psicológica de la población para contrarrestar la acción marxista (Dpto. Relaciones Humanas y Conducta Social, 1973) se planteó la necesidad de realizar una campaña masiva que pueda generar los vínculos: Marxismo= (U.P.) Mentira, Traición y Corrupción. En opinión del Dpto. esta campaña era necesaria ya que luego de golpe militar “las organizaciones marxistas solo han sido desorganizadas pero pasado el ‘TEMOR PARALIZANTE’ reaparecerán” (p. 8). De acuerdo al mismo Departamento estas asociaciones debían ser tratadas “PSICOLÓGICAMENTE” (p. 10), esto es, con un “lenguaje que llegue fácil a la masa”, usando “imágenes simples” y también por medio de “consignas repetidas” (p.11).


En otro documento titulado Campaña de penetración psicológica masiva, Tuane Escaff (Departamento de Relaciones Humanas) insistió en la necesidad de realizar una campaña masiva con el objetivo de “desentrañar o ECFORIZAR los contenidos PSICOLÓGICOS LATENTES DE ÍNDOLE ANGUSTIOSOS de lo profundo de los chilenos” (p. 13), por medio de encuestas, sondeos y distintos estudios llegó a la conclusión de que la población había olvidado las condiciones previas al 11 de Septiembre (Ansiedad y Neurosis colectiva, según Tuane) lo cual se traducía en una “falta de compromiso y adhesión con el gobierno” (p. 13). Finalmente, si la campaña logra “Actualizar los factores neurotizantes” (p. 14) -eufemismo de terrorismo- el gobierno militar “emergerá en la MENTE de los ciudadanos como la solución” (p. 15).


La pericia que el psicólogo demostró para diseñar la guerra psicológica le valió para ser un interlocutor directo de Augusto Pinochet. De acuerdo a información del diario La nación, el día 5 de Junio de 1974 Augusto Pinochet ordenó la elaboración de un “Plan de acción sicológica” (La nación, 2006) que pudiera manipular “el impulso agresivo de la población (…) y destruir la imagen del marxismo, demostrando que es intrínsecamente malo” (párr. 10), del mismo modo Pinochet pretendía que este plan de acción psicológica pudiera "mejorar la imagen del Gobierno y aumentar la base de apoyo popular a la Honorable Junta" (párr. 2) para lograr esto sugería introducir en la campaña figuras como "el padre, la madre, la familia, la comunidad y el país"(párr. 4). Tan solo un día después de que Pinochet diera la orden de la elaboración de la acción psicológica Hernán Tuane elaboró el documento que llevó por título Sobre la necesidad de realizar una campaña psicológico-masiva tendiente a destruir el marxismo como ideología (Departamento de Relaciones Humanas, 1974) como el título indica en el documento aparece la misma preocupación de Pinochet por el marxismo: “Aun la gente cree en la publicidad de la UP” (p. 18) dice Tuane, y más adelante sentencia “Se culpa a las personas, no al marxismo. Así la idea marxista sigue vigente” (p. 19). Debido a la permanencia de las ideas marxistas en la población en el documento se propone “Desconcientizar” (p. 19) destruyendo la ideología marxista y “Concientizar” (p. 19) de acuerdo a los principios del Gobierno de Chile. La campaña debería poder “decir a los chilenos que el marxismo no es algo diferente a lo que el país ya conoció” (p. 20) (CAOS, CORRUPCIÓN, TRAICIÓN, NO-CHILENO, ETC.) El documento concluye aclarando que “El sentido último de esta campaña es aclarar a la ciudadanía y a los niños que en 10-15 años participarán en política el sentido destructivo y fatuo que lleva la ideología en referencia” (p. 24). Muchas de las imágenes usadas por la dictadura en su propaganda muestran que, en efecto, las recomendaciones de Pinochet y los comentarios de Tuane serían implementados (Muñoz, 2009).


En otro documento elaborado por la misma Dirección del Departamento de Relaciones Humanas podemos observar un claro ejemplo del modo en que Tuane puso al servicio de la dictadura sus conocimientos sobre el psiquismo humano. En opinión del psicólogo chileno la guerra psicológica podría realizar (Departamento de Relaciones Humanas, 1973) “impactos psicológicos” en “lo más primitivo del ser humano (ello), su sentido ético-moral (super-yo) o su sentido de realidad” (p. 27), sin embargo asegura que lo más efectivo sería recurrir a lo instintivo; poniendo como ejemplo a un ladrón y las posibles acciones que podrían realizarse para que deje de robar, Tuane concluye que “Podemos evitar que un ladrón robe bajo amenazas de castigos angustiosos severos, ya que es más fuerte su temor instintivo que su acción delictual” (p. 29). Las amenazas de castigos angustiosos severos jugaron un papel importante en la guerra psicológica que se desató contra la población. El documento concluye con un amplio calendario en el que se detalla por mes y por día el medio de comunicación que se empleará para enviar el “mensaje consciente e inconsciente” (p. 30). El plan incluye dentro de las ideas conscientes: angustia, miedo, inseguridad y violencia; mientras que en las ideas inconscientes se incluyen: inseguridad vital, la incorporación de figuras paternas y maternas.


En este documento en particular podemos ver cómo Tuane recurre al esquema psicoanalítico del aparato psíquico para señalar la necesidad de orientar la guerra psicológica con contenidos amenazantes y angustiosos, ya que estos contenidos serían los más efectivos para alcanzar sus objetivos. Si bien es cierto que las medidas represivas constituían una buena dosis de amenaza y angustia para la población, de acuerdo a los promotores de la guerra psicológica había que realizar algunas acciones que pudieran impactar en los más primitivos instintos del ser humano, como el instinto de supervivencia.


El uso de algunos conceptos o ideas como: ecforizar, factores neurotizantes, desconcientizar, etc. nos muestran el modo en que Tuane empleó sus conocimientos para diseñar e implementar la guerra psicológica durante la dictadura militar. Creemos que las contribuciones de Tuane en la planeación de la guerra psicológica responden a la creencia de que la participación de un psicólogo profesional podría hacerla más eficiente. A través de las diversas funciones que compiló Tuane Escaff la psicología se puso al servicio de la dictadura militar y de sus planes antipopulares.


La psicología contra la dictadura

Durante el periodo no sólo hubo colaboradores con las dictaduras, muchas psicólogas asumieron un compromiso con la atención a las víctimas y realizaron diversas actividades contra los regímenes militares. En dicho proceso los psicólogos se percataron que su formación académica no los había capacitado para actuar en una situación como la que vivían, por lo cual si querían apoyar a las víctimas de represión debían replantear su práctica como psicólogos, así como sus orientaciones teóricas y metodológicas. En este replanteamiento destacan algunos temas que fueron abordados: críticas a la Psicología en general, reflexiones acerca del Rol y la neutralidad del psicólogo, entre otros (Montero, 1991).


La conclusión a la que llegaron algunos psicólogos fue que su labor, enmarcada en un contexto histórico determinado (las dictaduras militares), no podía limitarse a suprimir o tratar la sintomatología de los pacientes afectados por las dictaduras, más bien se requería ubicar a las dictaduras militares, y todas sus medidas represivas, como la principal causa de los daños psicológicos en la población, por tanto, si los psicólogos pretendía combatir estos daños era preciso que, hasta cierto punto, los mismos psicólogos combatieran las dictaduras militares.


Algunos psicólogos plantean el dilema que encontraron en su práctica profesional del siguiente modo (Lira Kornfeld, 2006) “¿Qué sentido tenía seguir tratando torturados o familiares de detenidos desaparecidos si la multiplicación del problema provenía del hecho que la propia sociedad no podía poner fin a la represión?” (p. 94). Había pues que complementar la labor terapéutica más allá de los espacios de consulta y buscar poner fin a la represión.


Algunos de los psicólogos que han realizado esta labor han sido. En Chile la psicóloga y defensora de derechos humanos Elizabeth Lira. Autora de obras como Psicología de la amenaza política y el miedo y Reparación, Derechos Humanos y Salud Mental; la psicóloga Eugenia Weinstein que ha publicado las obras Psicoterapia y represión política como co-editora, y Trauma, duelo y reparación; Juana Kovalskys psicóloga que colabora con el Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (ILAS); las neuropsicólogas Paz Rojas, Patricia Barceló y Katia Reszczynski que publicaron un valioso material titulado Tortura y resistencia en Chile en el que recogen los testimonios de su práctica profesional con víctimas de la dictadura.


En Argentina algunos psicólogos que realizaron trabajo con esta orientación son: las psicólogas colaboradoras del EAPMPM (Equipo de Apoyo Psicológico Madres Plaza de Mayo) Lucila Edelman y Diana Kordon, que son co-editoras del libro Sur, dictadura y después; el psicólogo Darío Lagos que aporta sus reflexiones al mismo libro con algunos artículos como Poder y apropiación y Acompañamiento a presos políticos víctimas de torturas; y el psicoanalista Daniel Kersner que escribió Ética y salud mental, Trauma social y silencio y también el texto Apostillas sobre la violencia.


Mientras que en Uruguay encontramos a Marcelo Viñar, Maren Ulriksen y Daniel Gil que han trabajado con los víctimas de la dictadura militar en Uruguay desde el Servicio de Rehabilitación Social (SERSOC), única organización no gubernamental que desde 1984 da tratamiento a las víctimas de la represión.


Las propuestas que desarrollaron no constituyen un cuerpo homogéneo, como hemos mencionado: su rasgo característico es un compromiso ético por combatir las dictaduras, por lo cual retomaremos ideas y conceptos de distintos psicólogos sin detenernos en señalar las diferencias entre las obras de cada uno, en cambio enfatizaremos sus puntos de encuentro.


Psicología situada

Una característica distintiva de estos nuevos enfoques con los que los psicólogos combatieron las dictaduras es que su labor práctica y teórica (Montero & Dorna, 1993) “responde a las vivencias y exigencias del lugar en que se hace” (p. 8). En otras palabras, las nuevas propuestas que se empezaron a desarrollar contrastan con una metodología idealista, que caracteriza a buena parte de la psicología, que impide visualizar los grandes problemas de las mayorías populares en los países de América Latina, las dictaduras militares en este caso, por retomar enfoques teóricos de otras latitudes ajenas al contexto Latinoamericano. Al retomas estos enfoques teóricos ajenos a la realidad de nuestros países los psicólogos estaban impedidos, incluso antes de realizar cualquier práctica, de atender las problemáticas de la población de sus países. En los nuevos enfoques la elaboración de teoría y métodos está supeditado al análisis de la realidad, al tiempo que se prioriza el abordaje de las problemáticas que golpean a las mayorías populares.


Es gracias a este giro en la labor de los psicólogos que se pudieron abordar problemas cotidianos de las dictaduras como la tortura, la manipulación mediática, las desapariciones, el terrorismo en general, etc. y también debido a este giro algunos psicólogos se convencieron de luchar contra las dictaduras.


Trauma psicosocial y reparación social

Uno de los conceptos que se desarrollaron para entender estas nuevas afecciones psíquicas fue el “Trauma psicosocial”. Las argentinas Diana Kordon y Lucila Edelman (2010) prefieren denominarlo “Situación traumática de origen social” (p. 28), ambas nociones pretenden destacar que la aparición de estos traumas está directamente vinculada con un proceso social como el terrorismo de Estado. Los psicólogos emplearon estas nociones para diferenciar estos traumas de los clásicos traumas psíquicos que tendrían una orientación más individual. Un grupo de psicólogos (Becker, Lira, Kovalskys, Castillo, & Gomez, 1990) expresa esta idea en los siguientes términos: “Las manifestaciones y consecuencias psicopatológicas observadas no son únicamente ‘cuadros o síndromes psicopatológicos’ sino expresiones concretas de un conflicto social en una sociedad determinada que se manifiesta en el psiquismo individual” (p. 47).


Una de las ideas rectoras que guiaron estos procesos de acompañamiento fue que para que las víctimas de las dictaduras lograran un proceso de reparación del daño era necesario el involucramiento de la sociedad en su conjunto, la “cura” sería, en buena medida, social así como el daño psicológico también había sido social-político.


Del mismo modo que los procesos terapéuticos tradicionales aplicados en “democracia”, los nuevos procesos que se desarrollaron en el contexto de las dictaduras buscaban la superación de los traumas y que los afectados pudieran retomar su vida con normalidad, sin embargo, dadas las diferencias en las condiciones sociales no puede realizarse el mismo proceso terapéutico en uno y otro caso. Es justa la advertencia que realiza Ignacio Martín-Baró (1994) al referirse a la labor del psicólogo en condiciones de violencia política “La labor curativa del psicólogo es necesaria; pero limitada a eso, puede convertirse en un simple paliativo que contribuya a prolongar una situación generadora y multiplicadora de los mismos males que se pretenden curar” (p. 38). Distintos psicólogos y psicoanalistas advertían que para poder realizar un verdadero proceso de reparación del daño a los afectados por las dictaduras sería necesario incursionar en ámbitos de la vida pública; que su labor no podía limitarla las paredes del consultorio (Salvatierra, Orozco Solano, & Robert Jiménez, 1997).


El valor terapéutico de la justicia

Los psicólogos reconocieron la necesidad de que las demandas: castigo a los culpables y el reconocimiento por parte del Estado de los crímenes cometidos durante las dictaduras fueran cumplidas, de hecho, algunos han observado que el cumplimiento de estas demandas es indispensable para lograr un verdadero proceso de reparación. En ese sentido es revelador que el requisito que el EAPMPM exige a los psicólogos que quieren colaborar con las Madres de la Plaza de Mayo es que acepten y suscriban las consignas de las Madres.


Vinculo comprometido

De las anteriores características se deriva la modificación del rol o papel del psicólogo en su relación con el paciente y con la sociedad en general. En estos procesos no se admite la neutralidad del psicólogo ante las problemáticas de los pacientes, por el contrario es una condición fundamental que el paciente sienta confianza en el profesional del campo Psi para poder desarrollar el proceso de acompañamiento. Este nuevo vínculo entre paciente y terapeuta algunos psicólogos (Becker, Lira, Kovalskys, Castillo, & Gomez, 1990) lo denominan “vínculo comprometido”; para que este pueda generarse hace falta en primer lugar “la comprensión explícita y consciente del terapeuta que la traumatización es producto de un hecho social político que se ha convertido en un proceso de daño psicológico” (p. 48) además en este vínculo el psicólogo asume “una actitud activa, solidaria y definida frente a la realidad” (p. 48).


Denuncias

Puede parecer una obviedad pero es importante insistir en esto: los psicólogos, al tratar de primera mano con los afectados por las dictaduras militares, pudieron recopilar información sobre las vejaciones que sufría la población por parte de las fuerzas armadas y grupos armados que apoyaban las dictaduras. Muchos psicólogos decidieron denunciar públicamente que desde que las dictaduras se instalaron habían incrementado drásticamente los daños psicológicos en la población, estas denuncias representaban una afrenta a los regímenes militares, el periódico que publicaba la Vicaria de la Solidaridad es un ejemplo de esto.


Conclusiones: las lecciones para la psicología latinoamericana

Finalmente, con lo hasta aquí expuesto podemos concluir que dentro de la disciplina psicológica requerimos generar sistemáticamente reflexiones que cuestionen nuestro ejercicio profesional. Una postura genuinamente ética debe reflexionar y analizar críticamente las normas y el comportamiento del gremio de psicólogos. A continuación se enlistan algunas consideraciones finales para el tema en cuestión:

1) Que hay psicólogos que de muy buena gana colaboran con el Estado en tareas coercitivas. A esos psicólogos hay que sancionarlos, como mínimo negarles el estatuto, pues la psicología asume como principio elemental el bienestar integral de la sociedad y el respeto a los Derechos Humanos.

2) Que, por fortuna, también ha habido psicólogas que han asumido la tarea de combatir estas prácticas.

3) Que la práctica del psicólogo no se encuentra aislada de un contexto político, económico y social determinado. Es tarea del psicólogo estar al tanto de este contexto y no tratar la sintomatología del paciente omitiéndolo.

4) Relacionado con el punto anterior, que en un contexto de violencia generalizada la labor del psicólogo no puede limitarse a tratar la sintomatología del paciente, debe también buscar la erradicación de la violencia.

5) Que el psicólogo en efecto, ocupa una posición de poder en la sociedad contemporánea, lugar que debe emplear para combatir la injusticia y fomentar las prácticas democráticas como forma de convivencia.

6) Que para poder lograr el punto anterior, hace falta un replanteo radical de lo que entendemos por Psicología desde la academia, un viraje práctico, teórico y ético que opte por las mayorías populares. Como planteó Ignacio Martín-Baró.

7) Que mientras hay ejemplos de dignidad como las psicólogas y psicólogos que se opusieron a las dictaduras, también hay casos nefastos como Hernán Tuane Escaff, entre muchos otros. Por lo cual, el psicólogo debe entender la propia disciplina como un espacio en pugna que bien puede contribuir a perpetuar o combatir la injusticia, inequidad y la antidemocracia.


Las pupilas se humedecen al rememorar las vejaciones producto de las dictaduras militares, pero al mismo tiempo es muy grato conocer que ha habido profesionales del campo Psi, que incluso poniendo en riesgo su propia integridad emplearon su conocimiento en beneficio de las prácticas democráticas y el bienestar de las mayorías populares.

La práctica de los psicólogos que se opusieron a las dictaduras muestra la posibilidad de ejercer alternativas aun en los contextos más adversos. La disyuntiva entonces está entre una Psicología útil y servil al poder y la antidemocracia y otra comprometida con las mayorías populares y la democracia. Nos han quitado tanto, que no habría que dejar que nos quiten también la Psicología y la empleen para sus fines.


Referencias

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Envío de dictamen: 04 octubre 2019

Aceptación: 28 octubre 2019

Autor

Gerardo Baltazar Mozqueda Licenciado en Psicología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Maestro en Estudios Históricos, Universidad Autónoma de Querétaro. México.

Correspondencia: gerardobaltazar1991@gmail.com .

[1] interesados consultar: Riquelme, Horacio. (2004). “Ética profesional en tiempos de crisis. médicos y psicólogos en las dictaduras de América del Sur”. Polis: Revista Latinoamericana, (No. 8).; Lira Kornfeld, Elizabeth. (2008). “Psicología, Ética y Seguridad Nacional: El Rol de los Psicólogos”. PSYKHE, Vol.17, (No. 2), pp. 5-16.; Pavón Cuellar, David. (2017). 2Psicología y Destrucción del Psiquismo: La Utilización Profesional del Conocimiento Psicológico para la Tortura de Presos Políticos”. Psicol. cienc. prof. [online]. vol.37, n.a., pp.11-27.


[2] Durante las décadas de 1960 y 1970 había además dictaduras militares en Argentina, Bolivia y Paraguay sin embargo actualmente únicamente conocemos los casos mencionados de participación de psicólogos colaboradores de las dictaduras.


[3] El caso de Amilcar Lobo se discutió ampliamente en los grupos de psicoanálisis en Francia, Jean Allouch escribió Calamidad. La etificación del psicoanálisis. Juan Carlos Volnovich escribió una reseña crítica al texto del psicoanalista francés. Interesados consultar: https://www.topia.com.ar/articulos/acerca-de-la-etificaci%C3%B3n-del-psicoan%C3%A1lisis-calamidad-de-jean-allouch

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