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No.2 Vol.1 | Intervención Psicológica Y Social Con Inmigrantes En Madrid: Salud Mental E Inmigración

Intervención Psicológica Y Social Con Inmigrantes En Madrid: Salud Mental E Inmigración.

Psychological and social intervention by Immigrants in Madrid. Mental health and immigration

José Guillermo Fouce-Fernández y José Ernesto Vaca-Pereira Justiniano.

Fundación Psicología sin Fronteras, Madrid.

Resumen

En primer lugar, se describe magistralmente la situación compleja de los inmigrantes con sus múltiples características p. e. entre otras el miedo, la incertidumbre, la elaboración de la identidad, la aculturación etc. Se exponen los 7 duelos, las pérdidas de familia, etnia, lenguaje, cultura, paisaje, estatus y riesgos físicos. En segundo lugar, se exponen las dificultades de la intervención psicológica-social y las actitudes, principios de un plan global, multicomponente e interdisciplinario para maximizar la efectividad del encuentro de respeto y digno con los inmigrantes, que experimentan una respuesta normal ante una situación anormal. Para terminar, se expone la actitud e integración y la lucha contra la xenofobia que intenta adjudicar elementos negativos a los inmigrantes.

Palabras clave: Inmigrantes, refugiados, intervención psicosocial, duelo

Abstract

In the first place, the complex situation of immigrants with their multiple characteristics is described masterfully, for example, among others, fear, uncertainty, the elaboration of identity, acculturation, etc. The 7 aspects of mourning, family losses, ethnicity, language, culture, landscape, status and physical risks are exposed. Secondly, the difficulties of psychological-social intervention and attitudes, principles of a global, multicomponent and interdisciplinary plan are exposed to maximize the effectiveness of the respectful and dignified encounter with immigrants, who experience a normal response to an abnormal situation. To finish it exposes the attitude and integration and the fight against xenophobia that tries to assign negative elements to immigrants.

Immigrants, refugees, psychosocial intervention

Key words: Immigrants, refugees, psychosocial intervention muorning

1. LA INMIGRACIÓN EN ESPAÑA. UNA EXPERIENCIA NUEVA

Actualmente, en la Comunidad de Madrid hay 6.663.405 personas empadronadas, de los cuales, 893.276 son extranjeras. Es decir, un 13,4% de la población residente en Madrid es extranjera, frente al 86,6% que tiene nacionalidad española. Esto ha supuesto, respecto al año anterior, un aumento de la población extranjera de 28.791 personas, en términos absolutos, y un incremento del 3,33% en términos relativos; produciéndose, por tanto, el mayor aumento de población extranjera en nuestra región desde el año 2009 (Observatorio de Inmigración Centro de Estudios y Datos, 2018).

Respecto al informe realizado por el Observatorio de Inmigración Centro de Estudios y Datos (2018), se puede destacar que las nacionalidades mayoritarias que más han crecido, en términos absolutos, son Venezuela (+8,618), Honduras (+5,245), y Colombia (+4,235); y que, en términos relativos, las nacionalidades mayoritarias que más crecen interanualmente son Venezuela (40,2%), Honduras (35,9%), Italia (14%) y Colombia (11,3%). Además, el informe pone de manifiesto que los municipios que más han crecido en población extranjera son Madrid (+26,993), Getafe (+1.354), Alcalá de Henares (1,352), San Sebastián de los Reyes (+1,151), y Alcobendas (+1,082).

Otro punto a señalar, es que se sigue observando un aumento del peso de las mujeres extranjeras en la Comunidad, representado ya el 52,16% del total de población extranjera, y que se sigue manteniendo el carácter joven de dicha población, cuya media de edad es de 34,5 años (Observatorio de Inmigración Centro de Estudios y Datos, 2018).

Según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Secretaria General de inmigración y emigración. Observatorio permanente de la inmigración (2018) el número de extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor a 31 de diciembre de 2017 es de 5.237.710. Considerando el régimen jurídico de aplicación, 3.124.590 (59,7%) extranjeros se incluyen en Régimen de Libre Circulación UE y 2.113.120 (40,3%) en Régimen General. Se observa un incremento del 3,6% en variación interanual, es decir, 183.823 residentes más. Esta variación resulta del aumento de 146.740 ciudadanos en Régimen de Libre Circulación UE (4,9%) y de 37.083 en Régimen General (1,8%). De una población de 46.549.045 millones, da un 11,255 % de extranjeros en España.

Esta cifra de extranjeros en España son las personas con tarjeta de residencia. Para conocer el verdadero impacto que significa la inmigración en España, un país que se inaugura como país receptor prácticamente en este siglo, habría que conocer los datos de los inmigrantes que se encuentran en situación irregular administrativa y las personas nacionalizadas.

España es el país que más nacionalizaciones ha otorgado a extranjeros, ya que, de los 5 millones nacionalizados en la Unión Europea, unos 843.673 han adquirido la nacionalidad española. La mayoría de las personas que obtuvieron el DNI español procedían de América Latina. En 2013 y 2014, casi dos de cada tres (64%) procedían de Sudamérica y Centroamérica (Rafael, 2016).

El incremento de las nacionalizaciones de personas procedentes de Sudamérica se explica por la mayor rapidez de adaptación a la sociedad española por cuestiones culturales comunes, a las menores restricciones hacia las personas de estos países; y, además, por la Ley de Extranjería, sólo exige permanecer dos años de residencia en el territorio español para poder obtener la doble nacionalidad, sin tener la obligatoriedad de renunciar a la poseída anteriormente.

2. LO EXTRANJERO

Tomando la cita de Freud (Freud, 1923) “La tendencia humana de refutar todo aquello que confronta sus esquemas representacionales produce la represión de la diferencia con el extraño, ya que, para su yo, todo lo que es extraño es no-yo. O sea, amenaza y debe ser rechazado”. Esto nos describe la propia constitución del sujeto, se constituye en esa enajenación, en donde lo bueno (que no significa lo placentero necesariamente) es integrado en el yo y lo malo (lo extraño, que no significa no placentero) es expulsado como no-yo. El yo se constituye siempre, entre lo familiar y lo siniestro, entre lo íntimo y lo extraño. En una paradoja lógica en donde lo bueno en el sentido moral no coincide con lo placentero y lo malo moral con lo displacentero.

Dice Ademir Pacelli Ferreira, en El inmigrante en las redes del otro, “El otro es para el sí mismo su propia alteridad y su propia identidad” …. “somos aquello que odiamos en nuestro vecino” …. “Atribución proyectiva al otro de lo demoniaco: Mucho de aquello que el europeo auto centrado atribuyó a los barbaros, eran aspectos sombríos de su propia alma” (Pacelli, 1999). Actualmente, todos somos más o menos de cierta forma inmigrantes, hay un escenario cambiante de referenciales simbólicos. Ese escenario también puede ser insoportable para quién siempre ha vivido en el mismo lugar, no sólo para el migrante. Un mirar implacable, que hace emerger frente a nosotros la presentificación del otro migrante como habitante de un lugar de extrañeza. Con los estudios etnológicos nos damos cuenta de que el “otro” es nuestro vecino, no es necesario irnos a tierras lejanas para encontrarlo.

Una de las dificultades en el proceso migratorio, aún para los que hablan la misma lengua materna, es la comunicación, justamente por la diferencia en los códigos del lenguaje que reflejan diferencias culturales. El migrante intentará que lo oigan y lo vean en su singularidad pero se confrontará con un montaje asistencialista que intentará amoldarlo a través de sus discursos auto-referenciados y etno-centrados.

Dice Claudia Yelin, en su libro En busca de un espacio de amparo, “sostener la vida es un proceso continuo de emigración, y que todos teníamos la experiencia de emigrar en dosis reducidas por haber sido turistas. Pensar la vida con metáfora de emigrante puede ser sin duda una excursión enriquecedora en la experiencia de vivir, un entrenamiento en el juego dialéctico apego-desapego. Mientras el espacio de amparo resiste, la experiencia logra permanecer dentro de los márgenes de la poesía….. Sin embargo, emigrar, dejar el terruño, es romper el pentagrama…… Emigrar no es seguir escribiendo notas en otra partitura; es empezar a conseguir los elementos básicos para dibujar un nuevo pentagrama que habrá de verse vacío por mucho tiempo” (Yelin, 2008). La experiencia de globalización ha hecho cambiar la idea clásica que lo diferente estaba lejos, se los visitaba en viajes turísticos, en estudios etnográficos, se hablada de las características globales los japoneses son bajitos tienen más barba que los chinos, los negros africanos eran seres más alegres. El mundo era conocido por estereotipos, y los viajes turísticos como los enfrentamientos en las guerras con ellos eran tratados como seres homogéneos entre ellos. Las interpretaciones racistas eran con seres que habitaban lugares lejanos. Pero sea como sea, la globalización nos ha llevado a convivir cercana y cotidianamente con lo diferente, con aquellos que antes estaban fuera. Antes lo desconocido, lo diferente, era hasta exótico; perturbaba pero estaba en la distancia. Ahora nos encontramos con lo diferente; lo extraño, como cercano, se convive con ello en familiar, y esto produce una serie de reacciones, en donde se ha inaugurado otra modalidad de racismo.

El cambio de referentes simbólicos da para pensar mucho acerca de las experiencias de emigración actualmente, con sus claras diferencias, ayuda a pensar las necesidades que vivimos actualmente, por las presiones de los cambios veloces que se introducen en las demandas sociales, culturales, morales y simbólicas. Hay patrones globales a los cuales muchos no se adaptan, es decir, el inmigrante o el migrante es una metáfora de la constitución del yo, de la identidad. Y esa es una gestión de todos nosotros. ¿Cómo construimos nuestra identidad?

La experiencia de inmigración, de migración, pasa por el proceso de ruptura, por procesos de enfrentarse con la diferencia, de reinventarse a sí mismo y a sus referenciales. La gestión pasa por la interpelación de nuestros referenciales hasta entonces estables.

Todo ser humano tiende a negar todo lo que confronta sus representaciones y sus referenciales de identidad, reprimiendo la diferencia o lo extraño, depositándolo en el otro. Lo extraño es el resultado del proceso de represión. De manera que cuando por alguna razón el otro hace emerger lo reprimido, lo atacamos. Lo que también hay que pensar es que la diferencia, además de amenazar, puede enriquecernos.

El drama de la experiencia migrante nos enseña que para afirmarse la persona tiene que hacer su recorrido de desplazamientos y desdoblamientos, elaborando el duelo de la pérdida de sus objetos queridos, abriéndose al otro y estableciendo alianzas en la convivencia con los otros.

El proceso inicial de migración o inmigración lleva a un estado de gran expectativa, el nuevo lugar como alternativa de vida. Lanzarse a ese lugar es lanzarse al otro, iniciando un movimiento de duplicación del sujeto, donde él se ve en la salida y en el retorno. Con el desplazamiento, él necesita desdoblarse, encarando las diferencias, elaborando pérdidas, frustraciones, nuevas experiencias, corrigiendo rumbos para evitar tendencias paralizantes, afirmándose como subjetividad y alteridad.

En toda esta experiencia migratoria está en juego la identidad del sujeto. Ahora bien, la identificación es un proceso complejo, responsable por las diversas facetas que él asumirá desde su origen, formando su yo, que Freud compara con las capas de una cebolla. El migrante tiende a asumir una nueva identidad para manejar su nueva realidad. La identificación es siempre inconsciente y necesita de un otro que la interprete. La identidad es compleja, tejida los hilos de la cultura investidos por el deseo. Es mantenida por la interacción yo-otro.

Los procesos sociales implicados en la formación y conservación de la identidad son determinados por la estructura social. A su vez, las identidades sociales reaccionan a la estructura social, manteniéndola o cambiándola.

De inicio el cambio de espacio y la experiencia de la temporalidad es articulada con espacios vividos e imaginados. La articulación presente, pasado y futuro, o sea, como viva la temporalidad, es de fundamental importancia para el inmigrante. Vivir el presente y planear el futuro significa aceptar la ruptura con lo de antes, al cual los deseos del sujeto están fijados. La resistencia a elaborar las pérdidas puede ocurrir por temor a perder su identidad.

En todo ese proceso juega un papel fundamental la memoria y cómo la cultura le ofrece condiciones para que la elabore y produzca nuevos efectos de subjetivación, descolándose de identificaciones fijas al confrontarse con nuevos espejos, lo que le permitirá articularse en el campo del otro. El sujeto tiene que poder circular en los registros de su historia personal y colectiva para reconstruir su tiempo actual. Es necesario un trabajo de duelo para que la construcción mnémica pueda dar cuenta de la ambivalencia que vive ya que no cuenta con los referenciales y testigos del pasado. La tentativa de adaptación borrando el pasado y viviendo el presente puede tener éxito pero a costa de un empobrecimiento psíquico. También puede que intente huir del presente viviendo del pasado supervalorado. A veces la búsqueda del pasado también puede tener un importante valor psíquico que ayuda a vivir, al dar más vida y humanidad a la relación dialéctica con la temporalidad. Así mismo, puede que ayude a vivir la diferencia con menos angustia.

Freud, en su texto Lo siniestro, toma una cita de Schelling. “Se denomina unheimlich (lo siniestro) todo lo que, debiendo permanecer secreto, oculto… no obstante, se ha manifestado” (Freud, 1919). Esta idea es central para Pacelli, quién dice: “Entrar, salir, cambiar palabras, hacer alianzas, lo extraño y lo familiar encuentran ahí una posibilidad de circulación” (Pacelli, 1999) Esta nos lleva a una manera de entender el propio trabajo de ayuda psicológica que es dar hospitalidad a lo extraño del sujeto, encontrar alianzas entre las partes familiares y las extrañas.

Claudia Yelin (2008) nos dice con relación al proceso migratorio, “Es imprescindible tejer una trama interna que pueda sostener la forma de vida que nos impone la nueva realidad” … “Una necesidad básica de re-construir un espacio de amparo”. Pone de partida una cita de René Kaes “El lugar del desamparo es el lugar donde no hay lugar” (Yelin, 2008). De entrada, nos coloca la migración en una situación de pérdida de lugar, sin protección, sin caverna, en la intemperie de la nueva realidad. Necesariamente allí de partida pensamos en la particularidad de salida de cada persona, desde la expulsión del exiliado que sale por piernas, pasando por el que busca con una mirada inocente el lugar de migración como promesa de todos los bienes y hasta el migrante planificado con todo un programa de aterrizaje, solo por tomar algunas referencias generales.

Pensando en las atenciones psicológicas al migrante con esta visión, podría llamarse acogida de lo extranjero en un espacio de hospitalidad, en la puesta de la construcción de un relato histórico que permita integrar lo perdido y lo nuevo. Una de las características a trabajar con pacientes migrantes es lo que se puede llamar historización, la demanda de un relato de vida, que dé una cierta consistencia, coherencia, a las rupturas y pérdidas producidas por la migración. Estas historias traen sus crisis, ambivalencias, disociaciones, que tienen la particularidad de un rompecabezas/puzle que se va haciendo entre lo que se puede contar, lo que se desconoce y lo silenciado. Este encuentro de lo que trae y las nuevas identificaciones, en el espacio de acogida, es uno de los primeros pasos a trabajar en la atención psicológica, elaborar y construir. Historización que se teje entre lo perdido, expulsado a lo desconocido en algunos casos, lo que retorna como extraño, y lo nuevo, cuestionando la propia identidad yoica.

Una de las maneras de entender el desarrollo de los tiempos de migración es que, la vivencia del migrante puede pasar por estas tres situaciones. En el primer momento, el migrante está culpado por traer sus orígenes y al mismo tiempo le gustaría librarse del tributo de su origen.

En un segundo momento, él se debe desprender de las raíces para seguir su destino de migrante, es decir, reconstruir su identidad: Él sufre así la fascinación de ser otro y la amenaza de ser destronado de su yo.

En la tercera fase, el sujeto hace un cierto acuerdo con el otro, pudiendo ceder para que él, al mismo tiempo que quede preservado su yo. En estos tiempos se formula de forma lineal tres espacios psíquicos de la elaboración o resignificación, de lo extraño o extranjero; es por eso que necesariamente estos pasajes avanzan retroceden o regresionan, y no son necesariamente lineales.

Nuestra labor en la asistencia psicológica en la inmigración se va a ir pareciendo a las atenciones en otros ámbitos en los cuales se introduce está cuestión de la identidad en un mundo muy cambiante (los cambios veloces de las referencias simbólicas, la ausencia de referencias en algunos casos). Solo por mencionar una cuestión de actualidad en Europa, pero es mundial, de la identidad; los miedos que produce el extranjero que es familiar por lo cercano y todos sus efectos. Este tema es tan actual que abarca todos los ámbitos, políticos, culturales, religiosos, morales, éticos y, por supuesto, mentales.

3. EL CENTRO DE INTERNAMIENTO DE EXTRANJEROS (CIE) EN LA POLÍTICA DE INMIGRACIÓN

Los Centros de Internamiento de Extranjeros son un instrumento extendido por toda la Unión Europea adoptado en desarrollo de la política migratoria común suscrita en el acuerdo de Schengen de 1985.

Los Centros de Internamiento de Extranjeros – CIES - son lugares donde retienen a las personas de manera cautelar y preventiva, sometidos a expediente de expulsión del territorio nacional, que pueden ser repatriadas a su país de origen. Los motivos porque pueden ser detenidas en estos centros:

1.- porque han cometido una falta administrativa (o bien se ha vencido el permiso de estadía, como turista, en el país, o porque hayan entrado sin pasar por las vías regulares de frontera).

2.- Otros tipos de delitos o faltas:

2.1.- trabajar sin haber obtenido permiso de trabajo, aunque cuente con permiso de residencia válida.

2.2.- Estar implicados en actividades contrarias al orden público o a la seguridad interior o exterior del Estado.

2.3.- Realizar cualquier tipo de actividad contraria a los intereses españoles o que puedan perjudicar las relaciones de España con otros países.

2.4.- Haber sido condenado, dentro o fuera de España, por delito sancionado con pena privativa de libertad superior a un año.

2.5.- Incurrir en demora u ocultación dolosas o falsedad grave al no cumplir con la obligación de poner en conocimiento del Ministerio del Interior las circunstancias relativas a su situación,

2.6.- Carecer de medios lícitos de vida, ejercer la mendicidad o desarrollar actividades ilegales.

Así, la población de estos centros no es homogénea, ya que están ahí los llamados indocumentados, así como una amalgama de casos que genera temores e indefensiones por parte de los pertenecientes al primer grupo.

A pesar de eso, el lugar más se asemeja a una prisión y no a un lugar de paso, cautelar y preventivo, antes de la extradición. Cárceles camufladas sin garantías penitenciarias para personas que, en la mayor parte de los casos, no han cometido ningún delito.

En España hay ocho centros que dependen del Ministerio del Interior, repartidos por el territorio español (en los municipios de Algeciras, Barcelona, Gran Canaria, Fuerteventura, Madrid, Murcia, Tenerife y Valencia), pero nuestro trabajo por el momento se centra en la comunidad de Madrid

Dadas las condiciones de estos inmigrantes, es de inmensa y apremiante importancia un trabajo psicológico con esta población (aunque sujeto a limitaciones temporales, puesto que los internos permanecen como máximo sesenta días en el CIE). De todas maneras, hay que tomar en cuenta que el trabajo con ellos no se agota con estas atenciones, pues en algunos casos se podrá continuar con el trabajo tanto con ellos como con sus familiares.

La demanda de atención psicológica ha sido detectada por la experiencia de voluntarios en los años 2008 a 2010 y la alarma actual detectada por Psicología sin Fronteras Madrid. Actúanos conjuntamente con todas las ONGs de distintos perfiles que vienen trabajando o trabajarán con las personas retenidas en el CIE de Madrid.

Actualmente, Psicología Sin Fronteras, está autorizada para dar asistencia en el CIE de Aluche. Nuestro trabajo de voluntariado ha ido creciendo en las colaboraciones, trabajamos conjuntamente con Sos Racismo, Pueblos Unidos, Karibú, Coordinadora de barrios, etc.

Cuando empezamos a pensar en trabajar con los internos del CIE, junto a SOS Racismo, no estábamos muy seguros de cuánto podríamos ofrecer en términos de apoyo a los que aceptaran o pidieran la presencia de un psicólogo (La limitación del tiempo, además sin saber si la volveremos a ver o no, y si sí, por cuanto tiempo y cuantas veces más, en nada facilita el trabajo con personas que viven bajo terribles condiciones objetivas y subjetivas; sin tener información de sus situaciones, sin saber si las expulsan o no, a veces bajo acusaciones arbitrarias de las cuales son inocentes y sin contacto con amigos, conocidos o familiares).

En la medida que escuchábamos a las personas, e íbamos conociendo, a través de sus palabras, las condiciones bajo las cuales ellos y los demás internos vivían en el centro, y, en la mayoría de los casos, las terribles condiciones de sus vidas en los países de origen, nos fue quedando clara la importancia de que el que ahí se dispusiera a escucharlas. Aunque por poco tiempo, esta función como contención no arbitraria, como límite, como borde de donde ellos pudieran agarrarse en medio de tanta arbitrariedad e injusticia.

Seguimos intentando ayudar psíquicamente, en lo que se pueda, a los que quieran. Algunos no lo desean. Por lo general, comprensiblemente, muchos tienen miedo de hablar y cuando lo hacen están más interesados en apoyo inmediato relacionado a su situación civil/jurídica, queriendo regularizar su situación y salir del CIE lo más pronto posible. Otros hablan más de su vida particular, incluyéndose ahí sus relaciones afectivas. Es interesante notar que algunos hablan poco de su vida en el país de donde provienen, lo que también se entiende –los apremia el aquí-ahora–. Otros que al principio no quieren hablar con psicólogos, cuando ocurre de que vienen, acaban hablando más de lo que se esperaría de quien dice que no quiere ver psicólogos. Algunos incluso continúan pidiendo vernos, quizás, todo dependa del tipo de atención que se ha ofrecido: Una escucha, sin moralismos y prejuicios, que los escuche como seres humanos dignos de hablar, de ser escuchados, de vivir dignamente, quizás sea la respuesta para que la demanda surja.

Idealmente, habría que disponer de más tiempo, pero no siendo eso posible la apuesta terapéutica es que, aún por tiempo limitado, lo poco que puedan hablar y ser escuchados les sirva de apoyo para organizar más sus vidas y a poner el foco en lo que les ayude a sostenerse bajo tales condiciones adversas y plantearse qué hacer con sus vidas después del CIE.

Es interesante notar que, debido al tiempo escaso, eso puede ser, para algunos, una condición para hablar de sí mismos de una manera que bajo otras condiciones no lo harían. Atenciones en situaciones de emergencia, indican esta tendencia. El apremio de la situación puede favorecer la situación terapéutica en algunos casos. Ofrecer una escucha humana, sin prejuicios, es una condición diferente de las que uno encuentra en los grupos humanos, en la sociedad. Los frutos de esa posición del psicólogo pueden traer resultados/impactos subjetivos que siquiera podemos imaginar o calcular a priori porque, además, en la mayoría de los casos, no volveremos a saber de los sujetos escuchados.

Además del apoyo a las personas internas, el trabajo psicológico da visibilidad a una de las facetas de cómo ocurre el proceso migratorio en Madrid. Para ello, recogemos los datos obtenidos, por medio de un informe psicológico, para que sean divulgados a la sociedad civil y al resto del mundo.

En el trabajo de coordinación con las distintas ONGS, que hacen las atenciones jurídicas, social, médica, existe un sistema de derivación, que pasa las demandas de una semana para otra, con excepción de casos urgentes que son notificados y atendidos lo antes posible.

De la derivación cuenta: Datos personales (Edad, Nacionalidad, Estado civil, Número de hijos); Motivo de la derivación; Situación actual de salud; Tiempo en el centro, y cualquier otra información que se juzgue importante.

El trabajo psicológico aporta, por medio de un informe, objetivos/proyectos migratorios, pérdidas, ganancias, percepción de la situación actual, salud mental, elaboración de historia personal y casos que necesiten apoyo especial.

En la experiencia que se ha tenido de manera voluntaria en la atención psicológica a estos ciudadanos, se pudieron apreciar los distintos daños en la salud mental: desconcierto y miedo por la experiencia de verse preso con el sentimiento de no haber cometido ningún delito; sentimiento de pérdida de los proyectos migratorios; síntomas de tristeza, desolación y depresivos frente a su situación de detenidos; síntomas de malestares físicos (dolor de cabeza, insomnio, cansancio, etc.), reflejados en las historias clínicas en su momento. Es de suma importancia atender psicológicamente a estos ciudadanos, dada su situación de limitación de libertades y de vulnerabilidad.

La experiencia en el CIE en la atención psicológica es un trabajo en un espacio límite, entre la vida creada alrededor de unos proyectos migratorios que en parte se han hecho reales a la incertidumbre de la expulsión a un lugar que en muchos casos ya no les pertenece, por lo que les resulta extranjero. Se hace patente la expulsión por ser extranjero en situación irregular administrativa a un lugar que le resulta extranjero (casos de persona que llevan en España más de 10 años: personas que entraron como menores no acompañados; subsaharianos con una vida de integración; latinoamericanos con estancias interrumpidas con procesos de larga duración que han perdido la tarjeta de residencia). En la incertidumbre se cuelan los miedos.

La arbitrariedad juega un papel desestructurante. Ya que las personas detenidas esperan normas claras de su internamiento y se encuentran en un periodo corto de tiempo con arbitrariedades del propio dispositivo, sin saber casi nada de cuál será su destino. Las personas necesitamos saber nuestros derechos, y más en circunstancias tan límites, para tomar conciencia de nuestros actos. Allí en el centro son pocas cosas las que tienen claras los detenidos, y se encuentran preguntando a qué tienen derecho y cuáles son las consecuencias de su situación irregular administrativa. Preguntan constantemente “qué va ocurrir”, que sucederá dentro o ya sea fuera del CIE. Caen en una inseguridad con ausencias mínimas de garantías, y esto se revela para muchas personas como un retorno a situaciones precarias de cuando iniciaron su migración. Son personas dañadas en su confianza con el otro, y en el CIE esto se profundiza dada la arbitrariedad del centro; pero incluso en este extremo nos sorprende que en el encuentro de la escucha hablen de ellos, sin perder la solidaridad manteniendo sus condiciones humanas, a pesar de la realidad de inseguridad en las que se encuentran.

El proyecto migratorio son los referentes, los ideales que se han ido formando desde el inicio de la idea de inmigrar. Estos proyectos quedan fracturados, a la espera de una decisión de expulsión o liberación, que se tiene que dar en un máximo de 60 días. Los casos son variados, y cada persona lleva sus propios sueños. En la mayoría de casos que hemos atendido el periodo en España es de más de 10 años: personas que entraron siendo menores; los que fueron reagrupados; los que perdieron su tarjeta de residencia; las poblaciones subsaharianas con grandes dificultades de poder acreditar un contrato de trabajo que le dé vía a la residencia y, así podríamos seguir hasta la incoherencia.

Son personas integradas, cumplen en su gran mayoría el arraigo social si éste se midiese de otra manera y no casi en exclusividad con la acreditación de un contrato de trabajo. Que de pronto se detenga su vida, en proyectos de los que dependen en algunos casos su comunidad, en toda su familia, generan angustia, sentimientos de culpa, insomnio, dolores musculares, cefaleas, un claro decaimiento, y lo que es peor para la salud mental, la pérdida de esperanza.

Al principio de nuestra intervención a los internos del CIE estábamos inseguros sobre lo qué hacer bajo condiciones tan diferentes de las que se presentan usualmente a los psicólogos - tiempo escaso, terribles condiciones objetivas y subjetivas dentro y fuera del CIE, posible expulsión del país, muchas veces bajo acusaciones arbitrarias, etc. - después de ese tiempo, aunque sigamos sin agotar los horizontes de posibilidades de nuestro trabajo, necesitando más y más experiencia, algunas cosas nos quedaron claras, entre ellas: 1) La relevancia del respeto y aceptación de lo humano, no importando cómo este se presente, tal como es reflejado en una escucha sin moralismo y prejuicio 2) La importancia de mantenerse siempre del lado del no saberlo todo para que se escuche con atención, dejándose ser sorprendido por el otro. Si esta actitud es importante, el lugar de psicólogo clínico, aún más lo es más en locales donde se atiende personas de otras culturas y vivencias bajo condiciones extremas subjetivas y objetivas 3) La función de contención, de límite, de borde del cual puedan agarrarse en medio del horror de la arbitrariedad e injusticia en muchas de las condiciones vividas ya sea en su país, ya sea en España, dentro y fuera del CIE.

Para maximizar los beneficios posibles de las acciones es necesario no solamente profesionales de la psicología clínica con experiencia en el mundo de la migración, sino también una buena colaboración y derivación tanto de las distintas asociaciones que prestan servicio en el CIE como de las demandas de los ciudadanos detenidos.

Hay que mantener igualmente relaciones con las instituciones de salud mental para las posibles derivaciones. De la misma forma, es necesario crear reuniones de discusión de los casos clínicos, talleres y videos informativos para dar mayor visibilidad del posible daño psicológico de los ciudadanos detenidos en el CIE. Se debe proseguir si es posible con extensión de tiempo, de los encuentros, de los días de atención y número de psicólogos - no solamente dentro del CIE, como también fuera de él, para los que así demanden, ya sea los ex internos, ya sea sus familiares.

4. LOS CONCEPTOS BÁSICOS EN EL TRABAJO PSICOLÓGICO CON LA POBLACIÓN INMIGRANTE: PROYECTO MIGRATORIO, DUELO MIGRATORIO, SÍNDROME DE ULISES, CONSTRUCCIÓN HISTÓRICA, LO TRAUMÁTICO, LA VIOLENCIA, LA RESILIENCIA

Con perspectiva histórica, a finales del siglo pasado, se empieza a producir el fenómeno de la inmigración “masiva”, llegando el grueso de la población inmigrante. Esos primeros años el trabajo psicológico de acogida fue el prioritario, y en la medida de los años nos encontramos que tanto la acogida, la integración y convivencia, son intervenciones que se van interrelacionando, y ahora nos encontramos con atenciones psicológica en nuestra pequeña historia de la inmigración en Madrid con una gran diversidad. En acogida, integración, convivencia, retorno voluntario, reagrupación familiar, jubilación, crisis de las hipotecas, fracaso escolar, nuevas familias, y en gran medida el papel de la mujer en la atención psicológica, pues ellas son en su gran mayoría quienes demandan mayor atención. El trabajo de intervención de psicología clínica y social, siempre se ha realizado en coordinación con otros equipos, de manera multidisciplinar con colaboración jurídica, médica, trabajo social, formación y orientación laboral.

Desde la atención clínica entendemos intervenciones que son interdependientes, pero a la vez tienen su propia importancia según los casos, la clínica del miedo, la del duelo, de la culpa y la del trauma. Hoy en día, el sufrimiento ha ido en aumento y algunas veces no se visualiza un final: crisis, recortes, bajada de salarios, precarización del empleo, pérdida de derechos sociales y laborales, despidos, paro, pobreza, desahucios, cierre de empresas, falta de crédito, rescate a los bancos, privatizaciones…Todas son medidas que pretenden naturalizar el miedo, la inseguridad y la desesperación que generan y que son implementadas bajo la consigna de que no es posible hacer otra cosa que la que se hace, culpabilizando a la ciudadanía por haber vivido por encima de sus posibilidades.

Este miedo produce precariedad subjetiva, cuyas consecuencias se muestran en su dificultad para sostener su lugar en el mundo, pudiendo desembocar en situaciones de precariedad social, incluso de exclusión social, y generan cargas que dificultan mucho como estructurar un proyecto migratorio.

La clínica de la pérdida es central en nuestro trabajo. El duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. Está presente en los discursos, la pérdida de algo significativo para el sujeto, eso hace de nuestro trabajo una constante reorganización de sus proyectos migratorios, hasta llegar a sus modos preferentes de vínculos que nos sirven de guía para estas nuevas reorganizaciones.

La clínica de la culpa está muy relacionada con las distintas pérdidas. Más adelante mencionamos una muy importante en relación a los vínculos de la madre con los hijos que se quedaron o fueron reagrupados.

La Clínica del trauma tiene un juego con el tiempo diferente, las personas suelen traer en principio sus angustias y miedos más “superficiales”, lo que la realidad más les aprieta, disocian lo que estos problemas traen por debajo, y es con el tiempo que van pudiendo hablar de sus “traumas” más significativos, la violencia que han soportado, la discriminación, el maltrato, el sentimiento de “abandono-delegación” de sus hijos en periodos largos en sus lugares de origen o reagrupaciones en el país de acogida, las rupturas familiares y la infancia a la que se atreven a ponerle palabras nuevas.

Estas actuaciones tienen como referencias teóricas y prácticas (Achotegui, 2009) “los siete duelos en la migración en relación a: la familia, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el grupo de pertenencia y los riesgos físicos. Estos duelos se darían, en mayor o menor grado en todos los procesos migratorios, pero consideramos que no es lo mismo vivir la migración en buenas condiciones (duelo simple), que emigrar en situaciones límite (duelo extremo) cuando las condiciones son tan difíciles que no hay posibilidades de elaboración del duelo y la persona entra en una situación de crisis permanente, siendo este tipo de duelo migratorio el característico del síndrome de Ulises”.

Para reflejar determinados aspectos tratados en la atención psicológica en la inmigración, exponemos algunos muy sobresalientes. El lugar que ha ido ocupando la mujer y los cambios en la sociedad de acogida, los proyectos migratorios, retorno voluntario y la crisis económica en particular la de las hipotecas.

En relación con la mujer, como decíamos anteriormente, es la que suele solicitar atención psicológica, y en su demanda trae también la responsabilidad de jefe de familia, pues por las situaciones experimentadas en el proceso migratorio es la que se hace responsable de los proyectos migratorios familiares. Tocaremos uno de gran importancia, en de los sentimientos de culpa por ser mujer en la nueva sociedad de acogida y los sentimientos de culpa de los reproches de los hijos y la sociedad de origen, por haber “abandonado su función de madre”.

Llamaremos función materna de “yo auxiliar” a la función que le permite al niño ir incorporando las ambivalencias afectivas de amor/odio. Lo aceptado e incorporado al yo como lo cercano; y lo rechazado hacía fuera como lo lejano u hostil. La cercanía afectiva se organiza a través de esta función auxiliar, de presencia de otro que da soporte frente a las angustias infantiles. El cómo se vaya estructurando esta seguridad psíquica de los afectos dependerá del manejo de la ambivalencia que se da entre “sentirse querido” / “sentirse abandonado”. Este sentimiento ambivalente no es extraño a ningún infante, solo en determinadas circunstancias esta ambivalencia se extrema. El sentimiento de abandono o de orfandad se nutre de estas ausencias en los vínculos de lo cercano, de las interrogantes del niño frente a lo desconocido, de cómo sus angustias son calmadas y del soporte de seguridad que da el adulto en estas funciones auxiliares.

En el ámbito de los países de origen el abandono o la orfandad se estructura y se fortalece sobre la idealización de su opuesto lo cercano, es decir, lo afectivo. Este sentimiento de abandono, de orfandad, se ve fortalecido por el discurso social, en donde se glorifica la función de madre nodriza, cuidadora en exclusividad de los hijos. En el ámbito del país de acogida la mujer, que ha privilegiado los objetos identificatorios del discurso de la mujer del país de acogida, descubre el valor de su discurso, es escuchada, empieza a tener un dominio de sus proyectos, experimenta la autonomía y el derecho a decidir. Estos dos discursos no pueden hablarse en sus extremos, pues se cargan de odio al estar en un plano imaginario de exclusividad de uno o el otro, cuando la salida de la salud mental está en la posibilidad de la incorporación de los dos, lo que denominamos mujer y madre, dos lugares de identificación que no tendrían que aniquilarse para tener existencia.

Estos dos discursos se pueden encontrar en espacios comunes, en donde se reconozca al otro no como su opuesto sino como su complementariedad. En el país de origen se puede hablar de las funciones maternas auxiliares, de madres suplentes, que sustituyen estas funciones durante el tiempo de separación. En el país de acogida se puede hablar de conquista, de crecer como persona, o de delegar funciones, pues mantiene todas las de madre proveedora de futuro, e incorpora las de mujer, dignificándola como persona y proveedora de otras identificaciones para sus hijos, como pueden ser la de igualdad. Este trabajo psicológico con las mujeres en el tratamiento de sus sentimientos de culpa en esta doble dirección, por un lado, en su reafirmación como mujer autónoma en un recorrido de tiempo de elaboración psíquica muy corto y los grandes reproches de los hijos reforzados por la sociedad de origen, es uno de los más demandados. Ahora este trabajo lleva asociado otros como el de reagrupación familiar, las nuevas familias, las nuevas relaciones con los hijos y los nuevos proyectos migratorios.

La experiencia en la atención psicológica con las personas de los proyectos de “retorno voluntario”, plantean realidades complejas, con dificultades en la conexión emocional. Es un problema de sintonía, ya que las realidades experienciales son asimétricas, más que todo por los componentes de angustia de estas personas. El retorno se ha producido después de padecer una serie de pérdidas en cadena que han roto sus proyectos de vida. Cuando se ha decidido retornar es porque la cuerda de la realidad, de plantearse la continuidad de su proyecto de vida, está rota, y esta ruptura apunta a la angustia, pues no han podido construir un ambiente de cierta hospitalidad en su proyecto en el país de retorno.

Consecuentemente, el cómo cambiar, el cómo sentir de otra forma (sentir menos ansiedad, menos inhibición, más ilusión, más esperanza, etc.) es un punto central en la búsqueda de entender al retornado. En efecto, las personas muy angustiadas no tienen la capacidad de autorregular su miedo, son como un calentador sin termostato que calienta el agua sin cesar hasta que la falta de control de la temperatura termina por estropear el propio calentador. Al contrario, las personas que están pasando por un proceso depresivo su termostato funciona con demasiada rapidez y apaga el calentador mucho antes de que el agua llegue a calentarse. Las personas deprimidas sin deseo de vivir bloquean de forma masiva un conjunto de emociones: se produce un bloqueo masivo del sentimiento de esperanza (el futuro se enmarca en un escenario donde solo pueden suceder cosas negativas), de la iniciativa (se anticipa que cualquier acto que se emprenda no llevara a ninguna parte) y, lo que tal vez es más importante, del placer en el propio funcionamiento. En la atención con las personas que han decidido retornar nos encontramos con estos polos, el de la excesiva angustia y el de los procesos depresivos, que, en algunas familias, se reparten papeles, unos miembros están angustiados que no ven más allá y otros están deprimidos no tienen deseos.

Algunas voces que hablan de retorno y proyecto migratorio: “En un principio tenía el proyecto de quedarme hasta fin de año, pero el tiempo me apremia, pienso en mi familia y no me merece quedarme más tiempo, he perdido muchos momentos importantes de mis hijas; el último la graduación como bachiller, el año pasado, de mi hija”. “Hemos llegado a un límite de insostenibilidad, no tengo tarjeta de residencia, y mi marido, aunque tiene su situación regularizada, desde hace unos meses no encuentra trabajo con el agravante de su finalización de sus derechos al desempleo”. Toda esta realidad se hace más difícil pues tienen un hijo de 15 años con parálisis cerebral con secuelas que le hacen ser una persona dependiente. “El conflicto que tengo y me plantea atención psicológica es el reencuentro con mi hijo. Temo que la distancia de 7 años haya sido demasiado tiempo, temo el rechazo de mi hijo y siento celos por el apego manifiesto de él hacia su padre”. Además de los miedos por el reencuentro se añade los cambios que ha tenido en España, en especial su nuevo estado civil, “me he casado y supuestamente mi hijo no sabe nada de esta nueva situación”. “La decisión de retornar es clara, hago un balance positivo de mi proyecto migratorio, aunque tengo mis inseguridades en cuanto a retomar el desarrollo profesional, la convivencia con mi marido y la adaptación de mi hija”. “Tengo una persistencia por alargar mi tiempo de estadía en España siendo consciente que mi situación laboral y legal va empeorando, y las demandas de que vuelva van creciendo. Mi familia allí me pide que regrese, dicen que me necesitan, me reclaman para volver a ser una familia y están dispuestos a apostar juntos en un negocio familiar”. “La imposibilidad de conseguir la residencia en España y la solicitud de mi hijo de que regrese, son las razones de peso que me han llevado a tomar la decisión de retornar”. “No he podido concluir mi tratamiento, y me ha sido imposible obtener la tarjeta de residencia, esto me ha llevado a retornar”.

Las personas con efectos psicológicos derivados de la crisis económica y, en particular, el de las hipotecas en su capacidad de resistencia, cabe destacar la pérdida de los proyectos migratorios. Los desahucios sancionan el fin de un proyecto migratorio e inauguran la pérdida de la esperanza. Se sienten avergonzados, fracasados, enfermos; parece que algo han hecho, y no comprenden, no le encuentra un sentido. Por eso hay que saber que lo que está enfermo no es el agredido, el desahuciado, sino es la sociedad la que está enferma, y ésta es la que hay que cambiar. Las personas tienen que ir entendiendo que lo enfermizo son determinados comportamientos de la sociedad. Hay que romper la soledad en la que te deja la culpa, atajar los síntomas producidos por el sentimiento de fracaso, tanto físico, psíquico, mental, social y familiar. Es decir, restablecer la capacidad de resistencia, capacidad de resiliencia y de dignidad

Para finalizar cabe destacar la colaboración con distintas asociaciones e instituciones, como función de observatorio de la realidad de los refugiados e inmigrantes, sobre un objeto tan sensible que tiene sus mayores efectos a largo plazo; por ello es de vital importancia la sensibilidad a los fenómenos de discriminación, racismo, xenofobia, y de nutrirnos de una empatía que nos haga tener que revisar constantemente nuestras intervenciones de integración de estas poblaciones.

5. LOS VIRUS TAMBIÉN VUELAN

La enfermedad de Chagas, también llamada tripanosomiasis americana, es una enfermedad potencialmente mortal causada por el parásito protozoo Trypanosoma cruzi. Se calcula que en el mundo hay entre 6 y 7 millones de personas infectadas. La enfermedad de Chagas se encuentra sobre todo en zonas endémicas de 21 países de América Latina, donde se transmite a los seres humanos principalmente por las heces u orina de insectos triatomíneos conocidos como vinchucas, chinches o con muchos otros nombres, según la zona geográfica.

La infección también se puede adquirir mediante transfusión de sangre, transmisión congénita (de la madre infectada a su hijo), por alimentos contaminados con el parásito, por accidentes de laboratorio y órganos donados.

La globalización a través de migraciones e inmigraciones cada vez más intensa, ha cambiado la epidemiología de la enfermedad de Chagas. Las migraciones han llevado esta enfermedad a las grandes ciudades de América Latina, pero también a Europa y América del Norte. En los últimos años, con la llegada a España de ciudadanos de América Latina se calcula que hay aquí alrededor de 50.000 o 60.000 personas afectadas. De esta manera España es el segundo país no tropical con más casos de Chagas del mundo detrás de EE UU (Benito, 2015). Pedro Albajar, brasileño de origen español que dirige el programa de control de esta enfermedad en la OMS, pone de manifiesto de que a pesar de que el Mal de Chagas es endémico en la zona ecuatorial y tropical de Sudamérica, existen muchos países endémicos que tienen menos casos que España (Benito, 2015). Esto ocurre como resultado del gran movimiento humano en los últimos tiempos, sobre todo de inmigrantes latinoamericanos hacia España, pero también del movimiento migratorio de los españoles dentro de la misma España e emigratorio de ellos hacia países de América Latina. El Mal de chagas, antes considerado como endémico solamente en los trópicos y en áreas pobres rurales, aumente su rayo de infección a otras áreas distintas, urbanas no tropicales. Así entre 68.000 y 122.000 personas en Europa están infectadas, siendo que entre esos solamente el 5% han sido diagnosticados. España tiene el 50% de los afectados de toda Europa.

Según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal, 2015) un 4% de los latinoamericanos que viven en Europa ya tiene Chagas crónico. Esta cifra, mayor de lo que se creía hasta la fecha, evidencia la necesidad de establecer medidas para prevenir y controlar la enfermedad, pues, aunque el insecto transmisor del Chagas no se encuentra aquí, sí se puede transmitir mediante transfusiones de sangre, trasplante de órganos y, en el caso de mujeres embarazadas, de la madre al hijo.

Una vez que la persona sea diagnosticada como portadora del parásito, haya o no desarrollada la enfermedad, se puede manifestar toda una amplia y variable sintomatología psicológica: Depresión, negación, miedo, ansiedad, pánico, angustia, pudiendo llevar al deterioro en las relaciones sociales en general y familiares en particular, y hasta el deterioro cognitivo.

Estos efectos psicológicos y sociales son consecuencia entre otros factores:

· Del estigma de ser considerada como enfermedad de los pobres

· Del temor constante, aun siendo solamente portador y no enfermo, de que la enfermedad puede estar desarrollándose silenciosamente y que de repente se manifieste

· De la autoimagen a partir de la percepción de ser portador del mal, con o sin enfermedad desarrollada, que aún que muchas veces no se manifieste claramente en síntomas, sufre con frecuencias graves consecuencias sociales negativas, traducidas en prejuicios que afectan no solo las relaciones laborales como también otras relaciones sociales

· La novedad de la afectación para la sociedad médica española, y como consecuencia el desconocimiento de las posibilidades físicas y psíquicas del portador

· De la escasez de información sobre el M. de CH. y de las barreras culturales entre el sistema sanitario y el paciente chagastico

6. BREVE RESEÑA SOBRE LOS REFUGIADOS

La situación actual de los refugiados en Europa en general y en nuestro país en particular es desesperada, se rechazan con gran frecuencia las solicitudes de asilo condenando a la gente a buscar vías inseguras, son respuestas basadas en el miedo y las vallas como señalan los distintos informes de Amnistía Internacional.

Según el Informe de CEAR (2017), el pasado año, 15.755 personas solicitaron asilo en España. Es, claramente, la cifra más alta de la serie histórica, pero, de nuevo, es significativamente ínfima si tenemos en cuenta la ubicación geográfica de nuestro país y si, además, la comparamos con las 745.265 de Alemania, las 123.370 de Italia o las 83.485 de Francia. El Gobierno solo otorgó el estatuto de refugiadas a 355 personas de las 10.250 cuyo expediente de asilo se resolvió, aunque es cierto que brindó la protección subsidiaria a 6.500 personas, la mayor parte de ellas originarias de Siria. No obstante, nos preocupa que deje desamparadas a muchas personas que huyen de otros conflictos igualmente cruentos o por otros motivos de persecución que también merecen protección internacional. De igual manera, queremos llamar la atención sobre la sensible disminución de solicitantes que se produjo en Ceuta y Melilla, así como sobre los problemas de acceso a las dos oficinas de asilo situadas en sus perímetros fronterizos.

Desde nuestro punto de vista la distinción entre refugiados e inmigrantes es solo relativa. Inmigrantes por motivos económicos o por persecución y guerra presentan situaciones muy parecidos y son similares en las consecuencias o cargas psicológicas y sociales que llevan consigo, la principal diferencia, más que sus situaciones objetivas, tiene que ver con el trato legal o institucional que se les da: todos sufren desplazamientos no deseados o forzados con lo que esto supone, aunque unos serán declarados legales, otros ilegales (aunque ninguna persona es ilegal, por supuesto) y otros refugiados.

Actualmente afrontamos una crisis humanitaria sin precedentes en el mundo que está provocando que millones de personas estén desplazándose a causa de las guerras y la violencia generalizada en sus países de origen. No estamos ante una situación de emergencia puntual, la situación de emergencia se mantendrá en el tiempo. Se necesitan soluciones duraderas y sostenibles al tiempo que hay que abordar las causas. El conflicto sirio con más de cuatro años de duración ya ha originado más de cuatro millones de personas refugiadas y seis millones y medio de desplazadas internas.

En el Informe de CEAR (2017) se detalla que, durante 2016, según Eurostat, España volvió a alcanzar un nuevo récord con 15.755 peticiones de protección internacional presentadas, 874 más que en 2015 y casi el triple que en 2014 (5.947). Sin embargo, no varió la proporción de solicitantes que España atiende respecto al total de la Unión Europea, ya que apenas representó el 1% de las 1.259.955.

Las causas del aumento del número de solicitantes de protección internacional difieren de las que lo explicaron en 2015, cuando obedeció esencialmente a la llegada de personas refugiadas de Siria. En cambio, en 2016 la principal razón fue el acusado ascenso de solicitantes procedentes de Venezuela, que por primera vez fue el país de origen del mayor número, ya que fueron 3.960 solicitantes, mientras que en 2015 apenas 596; en 2014, 124; en 2013, 35; en 2012, 28; en 2011, 52; y, en 2010, apenas 19. El recrudecimiento de la convulsa situación política y la crisis de la economía nacional explican este éxodo, que también se ha dirigido a Estados Unidos, donde igualmente encabezaron la demanda de protección internacional en 2016. De acuerdo con los datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración estadunidense, 18.155 venezolanos solicitaron asilo el año pasado, un aumento del 150% respecto a 2015 y del 600% en relación a 2014. En España, abundaron las solicitudes de personas de clase media (docentes, periodistas, funcionarios, empresarios) que generalmente alegan una posición política contraria al Gobierno y las solicitudes que argumentan una persecución por motivo de la orientación sexual (CEAR, 2017).

En 2016, el número de solicitantes naturales de Siria se redujo casi a la mitad, al pasar de 5.724 de 2015 a 2.975. Esta caída se explica por la acusada disminución de las solicitudes formalizadas en Melilla, 2.440 frente a las casi 6.000 de 2015, debido a las crecientes dificultades para llegar a la oficina de asilo del puesto fronterizo de Beni Enzar y a la ausencia de otras vías legales y seguras para acceder al procedimiento (CEAR, 2017).

En 2016, el tercer país de origen fue Ucrania, con 2.570 solicitantes, frente a los 3.420 de 2015. A pesar del descenso, persiste una cifra elevada de personas de este país puesto que prosigue el conflicto armado que comenzó en 2013. Destacan las solicitudes de familias monoparentales, así como de personas provenientes de las regiones de Donetsk y Lugansk que alegan temor a 55 LAS PERSONAS REFUGIADAS EN ESPAÑA Y EUROPA ser reclutadas tanto por el Gobierno como por las fuerzas opositoras (CEAR, 2017).

En cuarto lugar, estuvo Argelia, con un ligero aumento de 675 solicitantes en 2015 a 740 en 2016. Una parte formalizaron su solicitud en Ceuta y, entre los motivos de persecución esgrimidos, fue común la discriminación por razones de género y orientación sexual (CEAR, 2017).

En quinto lugar, aparece Colombia y, a pesar de la culminación del proceso de paz, con un sensible aumento, al pasar de 129 solicitantes de 2015 a 615. Abundaron las solicitudes de personas desplazadas que fueron objeto de extorsión por grupos criminales y por los actores del conflicto y no lograron protección por parte de las autoridades de su país. La supresión de la exigencia de visado de corta duración para las personas naturales de este país, el 3 de diciembre de 2015, facilitó su acceso al procedimiento de protección internacional en España (CEAR, 2017).

En sexto lugar, figura El Salvador, con 425 solicitudes, y a continuación Honduras, con 385. Por primera vez, se sitúan entre los diez primeros países de origen de personas solicitantes en España, principalmente debido a la violencia de las maras y otros grupos organizados, que ejercen una actividad criminal generalizada (extorsión, reclutamiento forzado, violencia sexual, violencia contra niños, niñas y adolescentes…). A pesar de que ACNUR asume que es un motivo de protección internacional y de que CEAR ha detectado la llegada de personas con este perfil, la respuesta del Gobierno ha sido la denegación sistemática de la protección internacional o la prolongación sine die de la instrucción de los expedientes. Es una de las crisis de personas refugiadas más invisibles de la actualidad (CEAR, 2017).

Durante 2016 también se produjo un notable descenso de las peticiones de asilo de las personas procedentes de Palestina, desde las 809 registradas en 2015 a 355, en gran parte por las dificultades de acceso a la oficina de asilo del puesto fronterizo de Beni Enzar. No obstante, volvieron a ser numerosas las de personas palestinas que ya estaban refugiadas en Siria y que retomaron el camino del destierro por la gravísima situación de este país (CEAR, 2017).

En noveno lugar, quedó Marruecos, con 340 solicitudes frente a las 409 de 2015, y después Nigeria, con 285 solicitudes, frente a las 217 del año anterior (CEAR, 2017).

La migración forzada, exige a las personas, por otra parte, un amalgama múltiple y complejo de adaptaciones rápidas en muy poco tiempo a situaciones desconocidas y complejas: todo cambia, se rompe la seguridad, la estructura de lo conocido, se pierden las relaciones, las formas de vida anteriormente conocidas y practicadas, los apoyos y relaciones que nos servían de respaldo y red de seguridad, se experimenta el miedo, la incertidumbre, la inseguridad, la preocupación, las perdidas variadas.

Incertidumbre y pérdidas o duelos múltiples (personas, lugares, formas de vida) que hay que acompañar y sobre los que es necesario intervenir. Incertidumbre también por las diferencias de costumbres y hábitos, por el lenguaje, por las tradiciones a las que no se tiene muy claro cómo responder en muchos casos. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?

Se producen también múltiples preguntas (“problema solving” o problemas de vida) como señala la literatura, las principales tienen que ver con la necesidad de encontrar un sentido a lo que ocurre, un sentido al sin- sentido, a la injusticia, a lo perdido, un sentido para encajar lo ocurrido, para asimilarlo y poder seguir avanzando, para no culparse. ¿Por qué a nosotros nos está pasando esto? ¿Es el mundo justo?

Los psicólogos, la psicología, pueden y debe aportar sus conocimientos y su tradicional sentido y compromiso solidario para ayudar a responder a estas situaciones.

ELEMENTOS A CONSIDERAR EN LA RESPUESTA PSICOLOGICA

Podemos, para empezar, diferenciar los elementos a considerar en función de las primeras respuestas a dar o bien cuando la situación de desplazamiento forzoso se mantiene en el tiempo y podemos desarrollar una intervención más prolongada en el tiempo.

Dos de las respuestas clave iniciales seria la conceptualización de lo que está pasando como respuestas normales ante una situación anormal o enferma y la intervención sobre los problemas de vida o cambios en la estructura de valores y múltiples pérdidas o duelos. Se trata de despatologizar la mirada: lo enfermo es la situación, no las personas con las que trabajamos, se trata de abordar reacciones normales ante situaciones anormales e inhumanas, se trata de establecer procesos de respuesta y acompañamiento para reducir los niveles de incertidumbre y dar recursos o activar fortalezas de respuesta a las personas que sufren desplazamientos forzados. Hablar con las personas antes que con sus síntomas. LOS SINTOMAS COMO MECANISMOS DE DEFENSA FRENTE A LAS SITUACIONES EXTREMAS DE VIDA.

Hay que establecer y desarrollar, así mismo, y como principal variable explicativa de lo que denominamos “resilencia” o capacidad de resistir, sistemas de apoyo mutuo, redes de apoyo social efectivo, apoyo social material, emocional y simbólico al tiempo que identifiquen a las víctimas como lo que son: merecedoras de respeto y acompañamiento/ intervención.

Los migrantes forzados presentarán situaciones complejas para las que es preciso desarrollar un plan de intervención y respuesta complejo y mantenido en el tiempo.

Una de las situaciones que clásicamente identificamos en estas situaciones son los denominados siete duelos desarrollados por Joseba Achotegui Loizate (2009):

1. Duelo por la familia y los amigos que se dejan atrás. La familia y el futuro de los hijos es el principal motivo para asumir riesgos: “yo no tengo futuro, me lo arruinó la guerra, pero me arriesgo para que mis hijos al menos tengan una oportunidad” (refugiado sirio en Grecia, reportaje emitido en la sexta, 2016). Se abandona la seguridad de las relaciones, se rompe la red de apoyo social de la que se disponía.

2. Duelo por la pérdida del grupo étnico, especialmente si se tiene una especial ligazón con tradiciones, comidas, música y formas de actuación ya desarrolladas.

3. Duelo por la pérdida de la lengua o idioma. Con las dificultades que se tienen para comunicarse y expresarse, para sentirnos aceptados, comprendidos y reconocidos. NO poder interactuar limita las posibilidades de integración y de respuesta.

4. Duelo por la separación de la cultura. Se deja atrás un estilo de vida, hábitos, formas de actuar, comidas, costumbres, todo cambia.

5. La pérdida de los paisajes, la tierra El duelo por la tierra es ante todo, el dolor por la pérdida de los paisajes familiares, cotidianos y entrañables, tales como, el camino de siempre, los ríos, las montañas, el bosque o las calles de la ciudad tantas veces transitadas en compañía de la familia o amigos, etc.

6. Duelo por la pérdida de estatus

7. Duelo por los riesgos físicos. En ocasiones son tan drásticos los cambios físicos que se operan en los migrantes, al grado de no reconocerse ni ellos/ellas mismos/as-, porque pierden excesivamente peso, la tonalidad de su piel cambia, presentan un proceso de envejecimiento, etc.

Otro de los elementos clave a considerar sería el estrés traumático y otras situaciones clínicas que puedan presentar los desplazados. Si bien cabe decirse que aparece de manera minoritaria pese a lo que suele decirse, si este aparece debe ser acompañada su intervención y afrontamiento con profesionales.

Otro elemento es lo que denominamos proceso de aculturación, proceso por el cual la persona o grupo van adquiriendo una nueva cultura o aspectos de la misma normalmente perdiendo la cultura propia de forma involuntaria.

Por último, nos encontramos con la variable que utilizamos para evaluar los riesgos: el apoyo social, la variable que más explica la resilencia o capacidad de resistir e incluso de crecer ante situaciones traumáticas y que, por tanto, usamos como variable clave a reforzar y también para evaluar la evaluación de riesgo de las víctimas y sus familiares (tiraje psicológico): a mayor soledad y aislamiento, mayores riesgos.

1. PRINCIPIOS DE INTERVENCION

La incertidumbre y falta de información es, quizá, el problema clave a afrontar. La migración forzada requiere múltiples adaptaciones en periodos cortos de tiempos. Pueden sentirse abrumados o confundidos y angustiados, experimentar miedos y preocupaciones extremas, pueden tener estallidos, pesadillas y otros problemas de sueño, también pueden manifestar euforia. Muchos estarán afectados por múltiples pérdidas y por tanto vivirán un duelo, por las personas, lugares y vida. Lo que les ocurre no son respuestas anormales sino respuestas normales en situaciones anormales.

Por otra parte, y sea una intervención breve o una intervención continuada y de acuerdo a la reciente guía desarrollada por las principales organización no gubernamentales y organismos internacionales ligados a la asistencia a personas que sufren desplazamientos forzosos “Salud mental y apoyo psicosocial para refugiados, solicitantes de asilo e inmigrantes desplazándose en Europa” (Ventevogel, Schinina, Strang, Gagliato y Hansen, 2016) elaborada por ACNUR, OIM; Médicos del mundo, Cruz roja y Media luna roja, MHPSSNET, Save The Children, Unicef, entre otros,) entre otros cabe señalar los siguientes principios clave de intervención (aunque no existan formatos únicos):

· Tratar a todas las personas con equidad, con dignidad y respeto y apoyar la auto suficiencia. Se les debe consultar y tomar decisiones con ellos, identificar sus necesidades y capacidades.

· Auxiliar a personas en peligro de una manera humana y comprensiva usando los conocidos como primeros auxilios psicológicos como técnicas sencillas a usar.

· Proporcionar información acerca de servicios, apoyos, derechos y obligaciones legales para disminuir una de las fuentes principales de estrés, la falta de información. Garantizar el acceso a la tecnología para que puedan comunicarse será clave.

· Proporcionar psico- educación pertinente y usar lenguaje apropiado: ayudarles a comprender sentimientos a veces abrumadores, ayudarles a tranquilizarse, a plantearse que son reacciones normales, dar información breve y práctica, no usar palabras como “trauma” evitando el uso de terminaos clínicos. Realizar intervenciones culturalmente relevantes y garantizar una interpretación adecuada.

· Priorizar la protección y apoyo psicosocial de niños y niñas, en particular a quienes están separados, no acompañados y con necesidades especiales que pueden estar más expuestos al abuso, la violencia y la explotación. Dar asistencia en nutrición, agua potable, descanso, juego y ropa de abrigo.

· Fortalecer el apoyo familiar, ayudar a mantener a las familias unidas, que los niños se mantengan con sus padres, la familia y los apoyos sociales son la mejor protección.

· Identificar y proteger a las personas con necesidades específicas: niños y niñas que viajan solos, personas mayores, personas con discapacidades, mujeres embarazadas, víctimas de tortura, víctimas de trata, sobrevinientes de violencia sexual y de género y personas de diversa orientación sexual e identidad de género.

· No empezar tratamientos psicoterapéuticos que necesiten seguimiento, cuando el seguimiento no es posible. No hacer daño innecesario. Proporcionar tratamiento a las personas con trastornos mentales graves.

· Monitorear y gestionar el bienestar del personal y de los voluntarios. Se exponen repetidamente a relatos de terror y tragedia personal.

· No trabajar de forma aislada: coordinarse y cooperar con los demás

· Prevención del racismo y la xenofobia, hacia la integración

Y además combatir el miedo y la xenofobia y la incertidumbre, apostar por la integración y visibilizar lo que está ocurriendo: salir a la calle, pasear y aportar una visión diferente, revindicar la sonrisa y lo que nos une y no lo que nos desune. Exigir a las instituciones que respondan y a los miedos de comunicación y otros estamentos que buscan que estas causas se archiven.

Vivimos tiempos difíciles, una época de miedo global, tiempos de miedo líquido como señala Bauman, de incertidumbre, de terrorismo, de amenazas, de sentirse activado y alerta, preparado para huir o para atacar.

El miedo parece ser el marco conceptual, el marco de lenguaje que lo domina todo, omnipresente, marca nuestro presente, nuestras pautas de vida, nuestros hábitos, nuestras decisiones, un miedo superlativo que por momentos es el peor miedo del mundo, porque es la incertidumbre, el miedo líquido, el miedo a no sabemos muy bien que, llevándonos a un estado de permanente activación insano.

Y entre los miedos aquellos que atribuyen al diferente la culpa del malestar, la culpa de todos los males, la culpa de la inseguridad; todo lo malo se atribuye así, al diferente, al extranjero, al que no pertenece al grupo de uno, y se le usa como chivo expiatorio de todas las culpas y tensiones. Un miedo que tenemos que abordar y afrontar desde nuestras intervenciones psicológicas.

En este contexto es donde pueden surgir reacciones de rechazo directo o indirecto a los inmigrantes, a los refugiados y a los diferentes, donde pueden surgir actos de racismo directo o encubierto que hay que conocer, canalizar y a los que hay que responder desde nuestra profesión y desde los programas de intervención que desarrollemos porque parafraseando a Martín Luther King “por una parte debo de cambiar el alma de los individuos para que sus sociedades puedan cambiar. Por la otra, debo tratar de cambiar las sociedades de manera que el alma individual tenga una oportunidad”.

Un plan global y multi-componente de abordaje de la llegada de refugiados a nuestro país debe pasar, a nuestro juicio, por la activación de programas que hagan previsible el surgimiento de actitudes y pensamientos racistas y xenófobas, así como la posibilidad de tratar estos pensamientos o actitudes hasta conseguir rencauzarlos. Habrá intereses para que surjan emociones negativas con respecto a los refugiados, para que se sospeche de hechos, para que se les rechace y debemos, desde la transmisión de información realista y el manejo de estos fenómenos enfrentarnos a estas situaciones de manera proactiva y comunitaria.

Rumores, adjudicarles elementos negativos, muestras de rechazo directo o indirecto pueden ser, como están ocurriendo en otros lugares (como Alemania) parte del problema y de la situación que hay sin duda que abordar.

Hay que activar los resortes de racionalización, someter al absurdo muchas de estas apreciaciones racistas, reduccionistas de la realidad, pero sumamente eficaces porque son pura emoción y vísceras. Se pueden usar anécdotas o casos aislados para, desde el interés y desde la manipulación generalizar una imagen negativa de los refugiados que perjudicaría en mucho su integración en nuestras sociedades y la necesaria protección a sus derechos y dignidad.

Desde el principio, por ejemplo, surgieron algunos discursos públicos, que mencionaban el supuesto peligro de que entre los refugiados pudiesen llegar terroristas infiltrados.

Hay que sensibilizar, activar la empatía y hacer pedagogía para explicar quiénes son y a qué vienen los refugiados, en qué situación están y por qué se juegan la vida para salir de su país, de una guerra cruenta y global, hay que desplegar toda una serie de propuestas que permitan prevenir y combatir estas reacciones negativas porque la intervención con los refugiados no es solo ni sobre todo, posiblemente una intervención individual, debiéndose combinar la intervención individual con la grupal y ambiental, con la intervención en el contexto, la intervención para garantizar la inclusión, la aceptación, el respeto, la empatía, la solidaridad, la integración. Sin estos elementos fracasaremos en gran parte de nuestras intervenciones y planteamientos y por eso pretendemos con esta guía establecer una reflexión necesariamente breve y una serie de planteamientos para la acción que aborden esta parte del problema.

Entre las sugerencias proponemos:

· Recopilar en formato relato e imagen las historias de vida de los refugiados que llegan para que se conozca su historia y sus razones para llegar a nuestro país difundiendo estas historias de vida.

· Recopilar dibujos de niños con los que se trabajara en esta misma dirección para que se conozca por la mirada de los niños lo que supone la guerra y las condiciones de vida en que estaban antes de llegar.

· Desarrollar campañas de prevención del racismo y la xenofobia en diferentes contextos y muy en particular el comunitario y la escuela.

· Los refugiados deben participar de primera mano en estas actividades mediante el desarrollo de materiales, participación en talleres/conferencias/medios de comunicación etc. que les permitan estar activos y divulgar/denunciar su situación.

· Establecer servicios de mediación y prevención de posibles conflictos.

· Intervenir con rapidez ante el surgimiento de cualquier brote racista o xenófobo con información clara y contundente y, al tiempo, con la aplicación de la legislación.

· Establecer una red comunitaria de acogida extensa que parta del conocimiento de las claves culturales diferentes de los refugiados y su situación.

· Forjar alianzas, lo más extensas posibles, para abordar entre diferentes agentes posibles situaciones de rechazo.

· Establecer, lo más rápido posible, un sistema de detección de conflictos o situaciones complejas para prevenir que puedan ir a más allá, donde los refugiados estén insertándose.

Ante lo que se suponía que iba a ser la inminente acogida de miles de refugiados, más de doscientos psicólogos con experiencia en intervención en crisis y emergencias, y dominio de idiomas (francés, inglés, árabe), y convocados por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid se ofrecieron durante el otoño de 2015 a intervenir voluntariamente con este colectivo, y sus datos fueron puestos a disposición de las asociaciones de acogida.

BIBLIOGRAFÍA

Achotegui, J. (2009). El síndrome de Ulises: síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, emigrar en el siglo XXI, Barcelona, España: Ediciones El Mundo de la Mente.

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Envío a dictamen: 27/11/2018

Aceptación: 10/12/2018

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José Guillermo Fouce Fernández

Licenciado en Psicología. Especialidad Psicología Social. Universidad Complutense de Madrid. Junio de 1996. Media de 2,53 (8). Colegiado nº M-13404. Doctor en psicología desde el 7 de mayo del 2002. Título de la tesis “Juventud y participación sociopolítica en la década de los 90”. Universidad complutense de Madrid. Sobresaliente. Experto Universitario “Psicología Clínica de las Drogodependencias” Universidad Complutense de Madrid. Septiembre 2006.300 horas. Coordinador Área drogodependencias (Atención y Prevención) del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz. Madrid. Desde el 5 de Marzo del 2001 al 11 septiembre 2007. Coordinando un equipo de 15 profesionales. Coordinador ONGD Psicólogos sin Fronteras Madrid. Desde el año 2000-actualidad En la actualidad Fundación Psicologia sin Fronteras. Profesor Universidad Rey Juan Carlos 21/11/ 2000- 31/10/2002. Profesor asociado Universidad Complutense de Madrid. Desde septiembre 2015- actualidad. Profesor Universidad Europea de Madrid: 2013- actualidad. Asesor Desarrollo carrera Psicología y ciencias de la salud en la misma Universidad. Profesor asociado Universidad Carlos III de Madrid desde septiembre 2008 a 30-9-2012. Profesor Universidad Camilo José Cela. “Titulado universitario en marketing”, “master en dirección comercial” y “título superior en marketing y gestión comercial”. Desde el 8-1-2006- 2008. Profesor colaborar practicas externas Universidad Complutense de Madrid. 2013-2014. Profesor Colaborador Universidad Pontificia Comillas. Desde 1-2-2011 al 31-6-2012. Profesor de Honor de la Universidad Carlos III de Madrid. 2012-actualidad. Acreditado para el ejercicio de la psicología sanitaria según ley 5/2011 de 29 de marzo.

Correspondencia: guiller@cop.es

José Ernesto Vaca-Pereira Justiniano

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Experto en atención psicológica con población inmigrante. Coordinador del área de Inmigración y Refugio en la Fundación Psicología Sin Fronteras

Correspondencia: chocovacapereira@gmail.com

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