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No.1 Vol.1 | Evaluación De La Depresión Y El Afrontamiento En Una Muestra De Niños Mexicanos.

EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN Y EL AFRONTAMIENTO EN UNA MUESTRA

DE NIÑOS MEXICANOS

Manuel Villa de la Vega y Patricia Bonilla Muñoz

Instituto Mexicano de Psicoterapia cognitivo conductual

Resumen

Según datos obtenidos de la Encuesta Nacional de Epidemiologia Psiquiátrica (2003-2016), el 2.0% de la población mexicana ha padecido depresión en la infancia o adolescencia; contando con un mayor número de episodios depresivos comparados con los de un adulto, señalando que la falta de detección y tratamiento oportuno son factores predominantes en la aparición de dicho padecimiento. El objetivo de la siguiente investigación fue analizar la relación entre la depresión y el uso de las estrategias de afrontamiento en la infancia. Participaron en el estudio 140 niños que cursaban la primaria, 77 hombres y 63 mujeres, con un rango de edad entre los 7 y 12 años. Para medir la depresión se utilizó el inventario de depresión infantil de Kovacs (2004). El afrontamiento se midió a través de Estrategias Situacionales de Afrontamiento (Morales, 2008) ambos instrumentos, han sido probados en estudios previos con población mexicana. Los resultados mostraron que existe una relación estadísticamente significativa entre la estrategia de afrontamiento improductivo y la depresión, así mismo, también se encontraron diferencias estadísticamente significativas en cuanto al género, siendo los hombres los que obtuvieron mayores puntajes en depresión.

Palabras clave: depresión infantil, estilos de afrontamiento, factores de riesgo, disforia, autoestima negativa,

Abstract

According to data obtained from the National Survey of Psychiatric Epidemiology (2003-2016), 2.0% of the Mexican population has suffered from depression in childhood or adolescence; having a greater number of depressive episodes compared to those of an adult, noting that the lack of detection and timely treatment are predominant factors in the appearance of this condition. The objective of the following research was to analyze the relationship between depression and the use of coping strategies in childhood. Participating in the study were 140 children who were in primary school, 77 men and 63 women, with an age range between 7 and 12 years. To measure depression, Kovacs' childhood depression inventory was used (2004). Coping was measured through Situational Strategies of Coping (Morales, 2008). Both instruments have been tested in previous studies with Mexican population. The results showed that there is a statistically significant relationship between the strategy of unproductive coping and depression, likewise, statistically significant differences were also found in terms of gender, with men obtaining the highest scores in depression.

Keywords: child depression, coping styles, dysphoria, negative self-esteem

La conceptualización de la depresión infantil no fue establecida formalmente hasta inicios de la década de los años ochenta con la publicación del DSM III, por lo que antes de este momento los intentos de diagnóstico y por ende tratamientos eran escasos y poco fundamentados. Fue durante un congreso de salud mental en Europa en los años setenta cuando se tiene registro de uno de los primeros planteamientos formales de la depresión infantil como un trastorno. (Herrera, Lozada, Rojas & Gooding, 2009)

A partir de esta etapa, una de las primeras ocupaciones sobre el tema; fue el poder contar con una definición del trastorno que contemplara, no solo la sintomatología, sino que también dejara clara las diferencias con respecto a la depresión en los adultos. Evidentemente, las aproximaciones para tener una conceptualización fueron generadas por distintas corrientes psicológicas; en diversos casos, contribuyeron a formular aspectos falsos o mitos alrededor del tema. Entre los más comunes eran que la depresión infantil era poco frecuente o transitoria, que no existía una edad determinada o que en la mayoría de los casos se presentaba con una sintomatología enmascarada. (Fernández, 2007)

Quien estableció una definición importante en su momento y que ayuda a validar el trastorno a partir de distintos factores fue Aron Beck, (citado en Herrera et al. 2009) postulando que la depresión infantil es paralela a la del adulto y por lo tanto no es una enfermedad encubierta, expresada de forma similar a la del adulto; señalando que existen cuatro categorías o áreas de síntomas depresivos:

· Afectivos: disforia, cambio en el estado de ánimo, llori¬queo, apatía, sentimientos de soledad.

· Cognitivos: baja autoestima, auto desprecio, culpa, indecisión y pesimismo.

· Motivacionales: evitación, escape, pasividad, baja energía para la socialización.

· Vegetativos y psicomotores: problemas con el sueño, alimentación y quejas somáticas

Actualmente, se cuenta con distintas aproximaciones teóricas fundamentadas de forma clínica que ayudan a realizar diagnósticos más oportunos y eficaces; como en la Guía para los Trastornos Afectivos (Depresión y Distimia) en Niños y Adolescentes, la cual menciona que este grupo se presenta el trastorno depresivo mayor (TDM) experimentando animo bajo, que a diferencia de los adultos se manifiesta con irritabilidad, incapacidad para disfrutar las cosas que les gustan, problemas para estar concentrados en comparación con el funcionamiento previo, fallas de atención, ideas de ser menos valiosos que el resto de los demás, aislamiento, disminución del rendimiento escolar, perdida o aumento significativo de apetito, labilidad emocional, alteraciones del sueño principalmente. La duración de los síntomas es aproximadamente de dos semanas y llega representar un malestar importante para el sujeto; así como un deterioro en diferentes áreas de su vida cotidiana. (Cárdenas, Feria, Vázquez, Palacios, De la Peña, 2010)

Se ha observado que la depresión en la infancia se da de manera natural con mayor probabilidad en unos niños que en otros, el sólo hecho de su prevalencia lo evidencia, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que para el año 2020 la depresión será la segunda enfermedad más frecuente en el mundo y la primera causa de baja laboral en los países desarrollados. Así mismo, se considera que la depresión con episodio grave será la segunda patología más frecuente en psiquiatría infantil, su prevalencia en población general de niños se ha descrito de 0.4 a 2.5 % y en adolescentes de 0.4 a 8.3 %.

De acuerdo con la encuesta nacional de epidemiologia psiquiátrica 2007-2016 realizada por Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, el 2.0% de la población que ha padecido depresión en la infancia o adolescencia tiene un riesgo siete veces mayor en la adultez a diferencia de aquellas personas sin un evento depresivo en su infancia. Lo cual nos lleva a concluir, que la mayor duración del primer episodio y la aparición de un mayor número de episodios en la vida de aquellos sujetos muy probablemente incrementaran las cifras de depresión en el periodo de la adultez.

Sobre los índices de suicido (factor asociado a la depresión) cada año se suicidan cerca de 800 mil personas en el mundo y el suicido es la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años; más de la mitad de los afectados y más del 90% en muchos países, no reciben tratamiento por estigma y falta de capacitación. (OMS 2017)

Factores de Riesgo

De forma natural, la depresión infantil tiene más probabilidades de aparecer en unos niños que en otros. Se ha estimado que la depresión se distribuye en un 2% de los niños pequeños, 9% en la infancia media y l5% en la adolescencia. Todos estos datos nos obligan forzosamente a preguntarnos a que se deben estas variaciones y buscar cuáles son las causas que hacen que así sea, la literatura especializada ha establecido en distintos estudios una serie de factores que pudieran llegar a incidir en los cuadros depresivos en la niñez.

Algunos estudios de la Organización Mundial de la Salud revelan que el maltrato infantil causa alteraciones en la salud mental y física que perduran toda la vida y sus consecuencias a nivel socio profesional pueden en última instancia, afectar el desarrollo económico y social de un país.

Así mismo, según estudios recientes también de la OMS (2017) han señalado que el impacto del abuso sexual infantil explica aproximadamente el 6% de los casos de depresión, un 6% de los casos de abuso y dependencia de alcohol y drogas, un 8% de los intentos de suicidio, un 10% de los trastornos de pánico, y un 27% de los casos de trastorno de estrés postraumático, comportamiento y factores de riesgo que pueden contribuir a algunas de las principales causas de muerte, enfermedad y discapacidad.

a) Factores Personales

Desde una perspectiva psicológica se ha reforzado que hay bases neurofisiológicas que se plasman en el temperamento, que es una disposición general para reaccionar principalmente de manera emocional ante los estímulos proporcionados por el entorno. Las características temperamentales ligadas a la depresión en los niños son: el temperamento inhibido, la timidez y la ausencia de sentimientos positivos o inhibición conductual. Estos frecuentemente correlacionados con la depresión en los niños. Por lo tanto la vulnerabilidad para desarrollar una depresión será mayor en aquellos sujetos en los que confluye un temperamento de este tipo y a la vez tiene un entorno familiar que incrementan estos problemas básicos (Oldeehinkel, Veenstra, Ormet , De Winter, y Verhulst; 2006; Compas y Connor-Smith, 2004 citados en Del Barrio 2008)

Otros constructos que también se hayan vinculados a la depresión, tales como la baja autoestima, la ineficiencia personal, la inhabilidad social, cuya ausencia a la larga dificulta la buena adaptación al entorno. Otros elementos que podrían añadirse a este apartado son el género y la edad. En la población infantil se produce la misma tendencia que en la edad adulta, es más frecuente en niñas que en niños a parir de los 12 años; por debajo de esa edad las cifras se mantienen homogéneas para ambos géneros (Del Barrio, 2008).

b) Factores Ambientales

De todos los elementos ambientales, en el caso de la depresión infantil habrá que destacar la importancia del entorno familiar; que resulta ser el más inmediato, constante y relevante por la fuerza y los significativo de los vínculos emocionales que se establecen entre el pequeño y su familia. Por lo que la salud mental de los padres y de la familia , son un elemento fundamental; existen numerosos estudios que muestran como la psicosis, el alcoholismo, y el neocriticismo de ambos miembros de la pareja; sobre todo de la madre influyen es el estado emocional y en el proceso de adaptación de los hijos concluyendo que la depresión infantil está ligada especialmente a la depresión materna, de acuerdo a un estudio realizado por con 123 diadas madre-hijo, se observó que el grupo de madres que logró remitir la sintomatología de trastorno de depresión mayor en los tres meses posteriores al tratamiento influyó significativamente en la desaparición también de la sintomatología depresiva de sus hijos, cuando estos presentaban el trastorno. (Del Barrio, 2008; Markowitz, 2008).

Para Del Barrio (2008) los factores ambientales son un aspecto crucial en las relaciones emocionales a los que los niños están expuestos, principalmente la de los padres, el que un pequeño enfrente la separación de sus padres resulta de gran peso, debido al estrés que este acontecimiento le pude generar; ya que esto conllevaría a tener un periodo de ajuste en la vida del niño y el cual suele tardar un año aproximadamente, y cuando las cosas no resultan bien, ese ajuste no se da. Las investigaciones demuestran que no es en si la ruptura de los padres lo que les afecta; sino las consecuencias que esta genera en su estilo y hábitos de vida; cómo son en muchas ocasiones, descenso de nivel económico, cambios de domicilio, y perdidas afectivas, pero sobre todo la perpetuación de relaciones conflictivas entre los padres y demás miembros de la familia.

Otras variables fundamentales en el entorno ambiental que se desarrolla el niño son los hábitos y/o estilos de crianza, que resultan ser la información que se trasmite de una generación a otra; en donde esencialmente los padres tienen la responsabilidad de la socialización de los hijos y esto se logra introduciendo las normas en que se rige la sociedad en la que están inmersos. Los aspectos centrales de esta trasmisión son los contenidos y los métodos, es decir las normas y el afecto. En familia no se puede imponer reglas sin afecto y para ello es necesario creer en la eficacia de las normas y querer suficientemente al niño para tomarse el tiempo y esfuerzo de imponerlas. (Bunge, Gomar & Mandil, 2009)

Baurmrind (1968), Belsky (1984) y Olson (1999) mostraron que los hábitos de crianza inadecuados se correlacionan significativamente con emociones negativas: depresión y agresividad y por lo contario los hábitos adecuados promueven emociones y conductas positivas, como un buen rendimiento, armonía en las relaciones y adaptación social positiva (Rhule et al, 2006 citado en Del Barrio 2008), la depresión se produce más fácilmente en aquellas familias que favorecen el distanciamiento y la hostilidad materna como un elemento de crianza que explica más potentemente la depresión infantil a lo largo del tiempo, como muestra un trabajo longitudinal llevado a cabo en población de niños españoles (Carrasco et al, 2007; Muris, Meesters, y Van der Berg, 2004 citados en Del Barrio, 2008).

Así mismo, la sobreprotección es el polo contrario de la hostilidad, pueden también ser un aspecto desencadenante de la depresión porque el niño se siente indefenso en el mundo exterior, tan diferente al del familiar sobreprotector (Oldehinkel et al, 2006; citado en Del Barrio, 2008).

De igual manera los acontecimientos vitales forman parte esencial en el estado anímico de los niños y muchos de estos llegan a dejar una huella importante en el desarrollo infantil. Los acontecimientos negativos producen una reacción emocional en el mismo sentido, sin embargo, la vulnerabilidad frente a determinados acontecimientos, varia en las distintas etapas de la vida (Arnold, 1990; Copas y Wagner, 1992; Del Barrio, 1996; McGee et al, 2001 citado en Del Barrio, 2008) Un niño pequeño es sensible a hechos que ocurren en el entorno familiar. Los niños en edad escolar son vulnerables a acontecimientos relacionados con su aprovechamiento, interacción con compañeros, la competencia del juego, pertenencia al grupo. Los adolescentes en cambio lo son ante la transformación corporal y personal, el cambio de relaciones con padres y amigos, inicio de relaciones de pareja y el nuevo rol social. Al momento de evaluar el impacto de los acontecimientos se toma en cuenta la frecuencia, magnitud y su acumulación, aspectos que pueden actuar a corto y largo plazo.

En investigaciones realizadas sobre niños españoles, se han llegado a determinar que los acontecimientos estresantes más frecuentes son: el nacimiento de un hermano, muerte de un abuelo, cambio de colegio, malas calificaciones, entre otros, se ha comprobado que la acumulación de estos acontecimientos eleva la aparición de sintomatología depresiva en niños (Moreno, Del Barrio, y Mestre, 1996).

c) Factores Biológicos

En los fundamentos biológicos que giran en torno al tema de la depresión infantil se encuentran básicamente dos posibles líneas de explicación:

1. Por una disminución de la actividad de la serotonina (neurotransmisor cerebral).

Esta postura manifiesta que la depresión es una enfermedad orgánica. Algunos síntomas tienden a ser emocionales o psicológicos, pero otros tales como la astenia, los trastornos del sueño, la falta de concentración parece tener un claro componente bioquímico cerebral. Existe un problema de neurotransmisión, con déficit en la función neurotransmisora de la serotonina y/o las catecolaminas noradrenalina y dopamina, el fenómeno puede estar causado por un bajo nivel de síntesis de los neurotransmisores, exceso de destrucción (por los enzimas monoaminoxidasa y/o catecolamin-orto-metil-transferasa), un exceso de recaptación por la primera neurona, una mala utilización por baja permeabilidad de los receptores de la segunda neurona, o un déficit de transmisión en esta segunda neurona (fallo del segundo mediador). Es razonable pensar que todos los mecanismos citados están involucrados, ya sea de forma primaria o secundaria. En los trabajos de Puig-Antich, desde 1978, se comprueba que el patrón de la depresión infantil responde a similares parámetros biológicos que las depresiones en adultos. (Fernández, 2007)

2. Por una disfunción del sistema neuroendocrino (aumentan los niveles de cortisol y disminuye la hormona de crecimiento).

En general, estudios realizados con niños o adolescentes deprimidos han demostrado elevados niveles de cortisol por la tarde-noche en niños y adolescentes con depresión mayor y con sintomatología severa y riesgo de conducta suicida. Forbes et al. 2005, citado en Fernández (2007) en una investigación en la cual se trabajó con 3 grupos: grupo deprimido, grupo ansioso, y grupo control los niños con trastornos de ansiedad mostraron un más alto nivel de cortisol justo antes de dormirse, que los niños deprimidos o que los niños sanos. Adolescentes con depresión mostraron una tendencia alta de secreción de cortisol justo antes de dormirse (1 hora antes), en comparación con el grupo control de adolescentes y con el grupo de niños deprimidos. Estos resultados ponen en tela de juicio la posible interacción entre el nivel madurativo en la pubertad, los trastornos afectivos y el nivel de secreción de cortisol. (Fernández, 2007)

Por otro lado, existen variables que ayudan a establecer posibles relaciones significativas con la presencia de la depresión infantil como son las estrategias de afrontamiento, las cuales son definidas teóricamente por Lazarus y Flokman en 1986 citado Minzi, 2006 “como aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas, que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo, es un proceso dinámico que implica considerar que el individuo diseña cognitivamente una forma de respuesta ante el entorno y donde esta dinámica no se da por el azar sino más bien por constantes evaluaciones y reevaluaciones de la cambiante relación individuo-entorno. (Richaud de Minzi, 2006).

Existe una importante línea de investigación que busca encontrar relaciones importantes entre psicopatología infantil y afrontamiento, que se usan de manera cotidiana, para poder establecer la existencia de una fuerte asociación entre el afrontamiento improductivo y la psicopatología infantil. Esta relación ha sido abordada por diversos estudios, algunos de ellos concluyen que la utilización de estrategias de afrontamiento orientadas a la solución de problemas actúa como mecanismo de protección frente al desarrollo de conductas psicopatológicas, y en cambio el uso de estrategias de afrontamiento enfocadas a la evitación se asocia en mayor porcentaje con el malestar psicológico.

Por ejemplo, un estudio realizado en 2004 por (Lohaus, Klein-Hessling, Ball y Wild citado en Morales, 2008), a una población de 802 niños escolarizados con un promedio de 7.9 años; encontraron relaciones entre la auto-eficiencia y la selección de estrategias de afrontamiento productivas; las cuales fueron asociadas a su vez con conductas más funcionales. Estresores mayores y experiencias conflictivas cotidianas predicen juntos un mayor riesgo para la salud mental en la infancia.

Al hablar sobre estrategias de afrontamientos forzosamente no remite a conocer el estrés en la infancia, y cómo éste opera en la puesta en marcha de los recursos de afrontamiento que los niños tienen para interactuar con eventos conflictivos.

Los acontecimientos vividos en la infancia generadores de estrés de acuerdo con algunos autores son los siguientes: (Byrne, Davenport y Manzanov, 2007; Moreno y del Barrio, 1995 citado en Oros & Vogel, 2005)

1. En el ámbito escolar puede ser generadores de estrés las siguientes situaciones: cambios de escuela, cambio de ciclo escolar, repetición del grado escolar, reprobación de materias, regaños y castigos por parte de los profesores, acoso escolar, entre otros.

2. En el área familiar los generadores podrían ser; los conflictos interpersonales de los miembros, enfermedad de algún de ellos, pérdidas, separación de los padres, principalmente.

3. Dentro del área social se pueden presentar los siguientes acontecimientos que provocan estrés; pérdida de algún amigo o compañero, inicio de alguna actividad deportiva o recreativa, rechazo de un grupo, Morales, 2008).

Hay que distinguir que el afrontamiento se trata de una forma que diseña el individuo para hacer frente a situaciones que le generan o representan estrés, pretendiendo tolerar, minimizar, aceptar, evitar, aceptar o ignorar todo aquello que sobrepasa sus capacidades por medio de conductas, pensamientos o emociones que utiliza, por lo tanto el afrontamiento forma parte del repertorio de recursos psicológicos y psicosociales que el sujeto posee para el manejo del estrés (Macías, Madariaga, Valle, Zambrano, 2013)

Lazaruz y Folkman citados en Macias et al. 2013, modifican el planteamiento de su modelo de afrontamiento marcando dos direcciones en las maneras de afrontar: uno el afrontamiento dirigido a la emoción y el segundo dirigido a la solución de problemas. En el afrontamiento orientado la emoción; el sujeto realiza una evaluación en donde, como resultado de esta, se da cuenta, de que no puede hacer nada para modificar la situación problema, por lo que tiene que recurrir a procesos cognitivos con los que busca disminuir las alteraciones como son: evitación, minimización, distanciamiento, atención selectiva, comparaciones positivas, y la extracción de valores positivos. Y en el afrontamiento orientado a la solución de problemas, sucede cuando las condiciones que el sujeto evalúa ante una situación amenazante, las percibe como susceptible a poder modificarlas, haciendo uso de habilidades y capacidades de su reportorio para solucionar lo que le está causando amenaza, esto tiende a suceder principalmente por la realización de un análisis costo beneficio de la circunstancia (Macías et al. 2013).

Alrededor del tema existen distintos mitos sobre los postulados teóricos de cómo funciona el afrontamiento y que se tiene al respecto tal y como lo ejemplifica en la siguiente tabla:



Como se puede observar, existen una diversidad de formas de afrontamiento que un individuo podría manejar y el uso indistinto de estas depende esencialmente de la naturaleza del estresor y la situación que lo provoca. Por ejemplo, las situaciones que son más susceptibles a poderse modificar incrementan el uso del enfoque de solución de problemas, favoreciendo así pensamientos más constructivos; y por otro lado las circunstancias o eventos que en realidad podrían resultar inalterables, estimulan que surja en estilo orientado a la emoción alineado un proceso de aceptación. Asumiendo que existe esta dicotomía general, estudios recientes han manifestado una mayor variedad de estilos de afrontamiento, por ejemplo, la escala de Modos de Afrontamiento (Ways of Coping, WOC) de Folkman y Lazarus 1985, (citado en Vázquez, Crespo, Ring, 2000) un instrumento que evalúa una completa serie de pensamientos y acciones que se activan para manejar una situación estresante, cubre al menos ocho estrategias diferentes: (las dos primeras más centradas en la solución del problema, las cinco siguientes en la regulación emocional, mientras que la última se focaliza en ambas áreas de acuerdo a la siguiente lista (Vázquez et al 2000).

1. Confrontación: intentos de solucionar directamente la situación mediante acciones directas, agresivas, o potencialmente arriesgadas.

2. Planificación: pensar y desarrollar estrategias para solucionar el problema.

3. Distanciamiento: intentos de apartarse del problema, no pensar en él, o evitar que le afecte.

4. Autocontrol: esfuerzos para controlar los propios sentimientos y respuestas emocionales.

5. Aceptación de responsabilidad: reconocer el papel que uno haya tenido en el origen o mantenimiento del problema.

6. Escape-evitación: empleo de un pensamiento irreal improductivo (p. ej., ojalá hubiese desaparecido esta situación) o de estrategias como comer, beber, usar drogas o tomar medicamentos.

7. Reevaluación positiva: percibir los posibles aspectos positivos que tenga o haya tenido la situación estresante.

8. Búsqueda de apoyo social: acudir a otras personas (amigos, especialistas familiares, etc.) para buscar ayuda, información o también comprensión y apoyo emocional. (Vázquez et al 2000)

Griffith, Dubow e Ippolito en 2000, (citado en Morales & Trianes, 2010) estudiaron las relaciones con iguales, problemas de disciplina y convivencia escolar, encontrando que ante las relaciones con estos, las estrategias de afrontamiento de aproximación/acercamiento al problema así como la búsqueda de soporte e interacción social se asocian con un mejor ajuste, y por otra parte, cómo las estrategias centradas en la evitación de los problemas están relacionadas con un mayor desajuste; específicamente con síntomas emocionales, como la depresión y la ansiedad infantil. (Morales & Trianes, 2010)

Finalmente es importe reconocer que las conductas de afrontamiento en niños van a depender de cómo èste, es capaz de realizar un evaluación eficaz de las situaciones estresantes, por lo que la estrategias de afrontamiento utilizadas, van diferir en cada situación. Se fundamenta que es importante la necesidad de plantear el psicoeducación ante la diversidad de eventos estresores que puede vivir un niño para justamente promover el uso de las estrategias más productivas y eficaces desde una visión que integre todos los ámbitos en que se desenvuelven los menores (familia, escuela, amigos). Indicadores tales como la convivencia escolar, las relaciones con la familia, interacción social y rendimiento académico nos hablarán de como un niño va asimilando las estrategias de afrontamiento en su proceso de desarrollo y adaptación eficaz a su entorno, sin importar que tan complicado puede ser este (Morales & Trianes, 2010).

Método

Participantes

Se seleccionó una muestra no probabilística de 140 niños, 77 hombres y 63 mujeres con un rango de edad de entre 7 y 12 años, con una media de 9.7 años, estudiantes de escuela primaria pública y privada, todos ellos del turno matutino. El diseño fue de tipo correlacional.

Instrumentos

Para llevar a cabo la presente investigación se aplicaron los siguientes instrumentos:

· Consentimiento informado

· Estrategias Situacionales de Afrontamiento en niños y niñas (Morales, 2008)

Es un instrumento que establece la medición de estrategias situacionales de afrontamiento en niños y niñas en situaciones específicas seleccionadas por expertos en contextos infantiles; evaluando cuatro posibles escenarios relacionados con el área familiar, salud, tareas escolares y relaciones sociales. Consta de 35 ítems en formato de respuesta tipo Likert de tres puntos de acuerdo a la decisión de respuesta (nunca = 1, algunas veces = 2, muchas veces= 3) Para finamente llegar a dos factores; afrontamiento centrado en la persona y afrontamiento improductivo, que a su vez son asociados a los factores; de acuerdo a el siguiente cuadro.



Inventario de depresión infantil de CDI (Kovacs, 2004 citado en León 2013)


Se utilizó el Inventario de depresión Infantil de (Kovacs, 2004 citado por León 2013), que se diseñó a partir del Inventario de Depresión de Beck (Anexo 2) tomado en cuenta un marco conceptual cognitivo conductual, el instrumento ha tenido distintas adaptaciones a lo largo de los años; la primera al idioma español se realizó en España que consta de 27 ítems que miden dos factores esencialmente; disforia y autoestima negativa. Cada ítem estipula un grado de intensidad o frecuencia, con respecto a la expresión de la sintomatología depresiva y se califica con una escala de 1 a 3. Al final se obtiene un resultado global de acuerdo a la siguiente escala:

Cada ítem se valora con una escala de 1 a 3 puntos donde:

· 1 es igual a menos intensidad o frecuencia baja

· 2 es igual a más intensidad o frecuencia media.

· 3 es igual a más intensidad o frecuencia alta.

Puntuación total Depresión= PT, escala Disforia + PT escala Autoestima Negativa.

Y de cada uno de los factores estipulados que a continuación de describen:

· Disforia se define como, un estado de ánimo disfórico; es la expresión de tristeza, soledad, desdicha, indefensión y/o pesimismo, lo que lleva al niño o adolescente a manifestar cambios en su estado de ánimo, con presencia de mal humor e irritabilidad, llorando o enfadándose con facilidad.

La dimensión de Disforia es evaluada por los ítems:

1,2,3,4,6,10,11,12,16,17,18,19,20,21,22,26,27.

La puntuación mínima es de 34 detectándose mayor presencia de ánimo disfórico con una puntuación más alta

· La autoestima negativa es abordada como aquellas ideas de auto desprecio, incluyen sentimientos de incapacidad, fealdad y culpabilidad, presentándose ideas de persecución, deseos de muerte y tentativas de suicidio, junto con ideas de huida de casa.

La dimensión de Autoestima Negativa es evaluada por los ítems:

5, 7, 8, 9, 13, 14, 15, 23, 24,25.

La puntuación mínima es de 20, detectándose mayor presencia de ideas de autodesprecio con una puntuación más alta.

Corrección:

Las respuestas 1, 4, 6, 9, 12, 14, 17, 19, 20, 22, 23, 26, 27 puntean 0, 1 y 2 mientras que las restantes puntean 2, 1 y 0. Las puntuaciones directas se obtienen sumando las respuestas marcadas por el sujeto de acuerdo a estas puntuaciones:

La ausencia del síntoma (respuesta A) se puntea 0, la presencia en una forma leve (respuesta B) se puntea 1 y la presencia en una forma grave (respuesta C) se puntea 2, por lo que la puntuación total puede oscilar entre 0 y 54 puntos.

El punto de corte es de 27, por lo que a partir de esa puntuación se presenta depresión.

La confiabilidad del CDI oscila entre 0.71 y 0.94, lo que nos indica que entre un 71% y un 94% de las puntuaciones son verdaderas

Valoración:

Estas son las categorías diagnósticas de acuerdo a los percentiles:

Percentil de Categoría Diagnostica

27-40 No hay presencia de síntomas depresivos. Dentro de los límites normales

41-54 Presencia de síntomas depresivos mínima y moderada

55-68 Presencia de síntomas depresivos marcada o severa

69-82 Presencia de síntomas depresivos en grado máximo.

Procedimiento

Las pruebas fueron aplicadas en tres sesiones a la muestra descrita en distintos ámbitos, por un periodo de un mes aproximadamente, en cada escuela que se aplicó se contó con la autorización correspondiente.

Resultados

En cuanto a los resultados del instrumento de depresión; la distribución se comportó de acuerdo con los cuatro niveles establecidos; nivel 1 corresponde a niños que no mostraron síntomas depresivos alguno, nivel 2 muestra niños con un grado de depresión leve, nivel 3 equivale a niños con un nivel de sintomatología depresiva moderada y finalmente el nivel 4 corresponde a pequeños con un nivel de depresión severo. Los resultados de la muestra se distribuyeron de la siguiente manera: El (67.1 %) corresponde al nivel 1 que no demostró tener depresión, el (30.7%) se clasificó dentro del nivel 2, es decir que son niños con una sintomatología depresiva leve, y el (2.1 %) expresó tener una depresión moderada. Para el nivel cuatro no se encontró a ningún sujeto que estuviera incluido.


Una vez obtenidos los puntajes en referencia a los niveles de depresión, se realizaron varias pruebas T con la variable de niveles de depresión y el resto de las variables independientes a fin de conocer las diferencias. Dando solamente diferencias significativas con la variable de género, demostrando que si existe una diferencia significativa entre hombres y mujeres, siendo más alta la media en los puntajes de depresión que correspondiente al género masculino.

Referente a los resultados obtenidos en la variable de afrontamiento, y de acuerdo a los factores que componen el instrumento para medir las estrategias de afrontamiento; la distribución en cuanto los porcentajes en que la muestra se clasificó como lo muestra la siguiente tabla. El instrumento destaca una estrategia o estilo predominante; ya sea afrontamiento centrado en el problema, es decir un estilo positivo y por otro lado está el estilo de afrontamiento improductivo, que corresponde más bien a un estilo negativo. Cabe mencionar que cinco sujetos obtuvieron el mismo puntaje para ambos estilos por lo que para comparaciones posteriores no se les tomo en cuenta.


Así mismo, se estableció una correlación bivariada en los dos factores del instrumento de estrategias de afrontamiento; afrontamiento centrado en el problema y afrontamiento improductivo; con los niveles de depresión para conocer si existe relación entre ellos. Dicha correlación mostró que en ambos casos existe una relación significativa con la depresión; es decir en el caso del afrontamiento centrado en el problema, existe una relación negativa con los niveles de depresión, demostrando que entre más alto es el afrontamiento centrado en el problema menos son los niveles de depresión y en el caso del afrontamiento improductivo la relación es positiva, siendo que entre más alto es el afrontamiento improductivo más altos son los niveles de depresión. La correlación demostrada es significativa al .000.

Como lo muestra la siguiente tabla:


Finalmente se puedo observar que existe una relación entre la depresión infantil y las estrategias de afrontamiento en niños de 7 a 12 años


Conclusiones

Los resultados muestran que la depresión se asocia con diversos tipo de factos tanto familiares, sociales y educativos por tanto es necesario considerar la creación de programas preventivos, en los adolescentes con el fin de considerar factores riesgo, tales como deserción escolar, inclusión en las adicciones, enfermedades psicosomáticas e ideación suicida. De tal manera desde un modelo psicoeducativo se difunda esta problemática orientada a evitar un problema mayor de salud pública, ya que bien coincide que la depresión infantil es la segunda patología en este tipo de población. Por otro lado, la presente investigación concuerda con Vinaccia 2006 quien señala que existe una mayor nivel de sintomatología depresiva en hombres que en mujeres en población infantil, y que al parecer la incidencia de depresión en la adolescencia es más alta cuando ha habido un cuadro de depresión en la niñez que cuando esta no se presenta en los primeros años de vida.

Cabe que mencionar que el instrumento de depresión utilizado en la presente investigación contemplo dos grandes factores: disforia y autoestima negativa, con respecto a la disforia no mostro un sesgo importante, sin embargo, en cuanto a la evaluación de la autoestima negativa, si hubo un puntaje mayor en los niños con un nivel mayor depresión. Estos hallazgos coinciden con lo señalado con Del Barrio en 1994 quien al comparar en una población de 1286 niños de entre 8 y 13 años encontró una fuerte relación en la autoestima negativa, que es considerada desde una evaluación de un aspecto fisco hasta un bajo control emocional

Morales y Traines en 2003 abordaron la posible relación entre la sintomatología depresiva y las posibles estrategias de afrontamiento, sus resultados concuerdan con los encontrados al estudio de esta muestra, donde a mayor afrontamiento improductivo, mayores índices de depresión; es decir un afrontamiento de indiferencia, de respuestas agresivas, de evitaciones tanto cognitivas como conductuales, con comportamientos de reserva para sí mismo, crean una relación positiva con la depresión. (Ejemplo me da igual los problemas en casa, escuela con amigos; conducta agresiva, pelearse y discutir, guardarse pensamientos para sí mismo,) todos ellos conllevan a altos niveles de depresión. Mientras el afrontamiento centrado en el problema, (eje: genera una solución activa, al compartir el problema, al buscar ayuda para ser eficaz y lograr tener una actitud positiva) produce un menor grado de depresión.

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Envío a dictamen: 30 de abril de 2018

Envío a dictamen: 30 de abril de 2018

Aprobación: 20 de mayo de 2018

Autores

Manuel Villa de la Vega.


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